El secreto (también) está en la fórmula


Por: Sayuri Fiallo 

Durante años, la política en América Latina pareció reservada solo para figuras principales, mientras los roles considerados “secundarios” se desempeñaban en la sombra, sin gran protagonismo. Sin embargo, la historia reciente de Ecuador demostró lo equivocado que es subestimar esos espacios. La campaña de Daniel Noboa, y muy especialmente el impacto de María José Pinto como candidata a la vicepresidencia, dejaron claro que los caminos hacia la victoria son mucho más complejos y ricos cuando se apuesta por la complementariedad, la autenticidad y la estrategia.

Tuve el privilegio de ser parte de este proceso desde el equipo de Espora, encargada de la estrategia digital y trabajando junto a dos grandes referentes, Pedro Villota como estratega general y Roberto Rodríguez en imagen y comunicación. Desde el inicio, entendimos que María José no sería una simple acompañante. Ella representaba la posibilidad de abrir nuevas rutas, de sumar voces, emociones y matices a una campaña que, como todas, requería amplitud para llegar a la diversidad del electorado ecuatoriano.

María José supo conectar con sectores históricamente menos escuchados: mujeres jóvenes, líderes comunitarias, madres jefas de hogar y quienes buscaban algo más humano y real en la política. No fue una búsqueda de protagonismo inmediato, sino un liderazgo que se fue construyendo con coherencia, cercanía y una autenticidad pocas veces vista en la arena pública. En cada cierre de campaña, al verla escuchar y dialogar con personas de todas las edades, aprendí que el liderazgo femenino tiene una capacidad única para inspirar confianza, tender puentes y activar cambios profundos.

El trabajo de los equipos detrás de escena es a menudo invisible, pero es ahí donde se definen las estrategias que marcan la diferencia. Desde Espora, tuvimos claro que el papel de la vicepresidenta era una gran oportunidad para sumar a la campaña de Noboa, no solo en imagen sino en sustancia. La mirada de Pedro Villota fue fundamental para orientar la estrategia global, mientras que la sensibilidad de Roberto Rodríguez permitió pulir los detalles que hacían de cada intervención de María José un momento memorable. Mi aporte desde lo digital fue asegurar que cada mensaje, cada pieza, cada interacción en redes, estuviera pensada para sumar, complementar y no competir; para crear comunidad y confianza.

Hoy, cada vez más mujeres asumen en política roles de gran peso, y lo hacen desde un lugar diferente al tradicional. No buscan replicar modelos antiguos, sino dejar huella con nuevas formas de liderazgo, con empatía, escucha y visión a largo plazo. Cada espacio ganado es una responsabilidad para quienes vendrán después, y una invitación para que las nuevas generaciones sepan que es posible hacer política desde la autenticidad, el profesionalismo y la pasión por el servicio público.

Como consultora, como mujer, y como parte de equipos donde la diversidad y la innovación son valores reales, me llena de esperanza ver estos cambios. Siento orgullo de haber caminado junto a María José Pinto en una campaña que no solo abrió puertas, sino que demostró que los llamados “roles secundarios” pueden ser el factor de diferencia en una elección nacional.

La política latinoamericana está en un punto de inflexión: se abren caminos nuevos, y las mujeres tenemos la oportunidad —y la responsabilidad— de dejar huella para que muchas más puedan seguir avanzando. No se trata solo de ocupar un espacio; se trata de transformar la forma en que se entienden el liderazgo, la colaboración y el impacto público. El futuro se está escribiendo, y ahora más que nunca, depende de quienes deciden atreverse a trazar caminos con nuevas huellas.




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