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El fotógrafo peruano-mexicano Musuk Nolte recorrió en octubre pasado Vila do Pesquero, un pequeño poblado de Manacapuru, en el estado brasileño de Amazonas, para documentar los efectos de una de las peores sequías registradas en más de un siglo. Lo que encontró fue un paisaje desolador: el río Solimões, afluente clave del Amazonas, reducido a un lecho de arena y charcos dispersos.
“Me tomó tiempo darme cuenta de que estaba caminando sobre el río”, recordó Nolte. Su serie fotográfica The River Runs Dry, premiada en abril con el World Press Photo 2024 en la categoría Historias de Sudamérica, muestra la vulnerabilidad de comunidades que han vivido durante generaciones en torno al agua y hoy enfrentan la posibilidad de abandonar sus hogares.
Historias como la de Raimundo da Silva, barquero de 69 años incapaz de navegar en aguas tan bajas, o la de Cristiane Carvalho, madre de tres hijos que perdió su empleo como camarera en embarcaciones que ya no existen, ilustran el impacto humano de la crisis. Otros, como la familia Silva Martínez, se han visto obligados a trasladarse a su propio barco, ahora varado a decenas de metros de la orilla.
El retroceso del Solimões no solo afecta la subsistencia de miles de personas, sino que amenaza la biodiversidad y la economía regional. La sequía también se extiende al río Negro y al propio Amazonas, generando un escenario de emergencia ambiental y social.
Con imágenes de pescadores arrastrando sus embarcaciones sobre el barro, barcos encallados y viviendas deterioradas, Nolte captura una realidad que va más allá de la fotografía: la evidencia de una tragedia climática que redefine la vida en la Amazonía brasileña.
Fuente: El País