La consultoría política en América Latina: Entre la estrategia y la responsabilidad democrática


Por: Sergio Gómez Hernández

El panorama político actual de América Latina sin duda está marcado por una ciudadanía cada vez más crítica, una institucionalidad en constante tensión y una fuerte presencia de emociones colectivas donde el papel de la consultoría política ha cobrado una visibilidad cada vez más importante donde ya no se trata únicamente de ganar elecciones. La consultoría política hoy más que nunca tiene la responsabilidad de contribuir a construir democracias más sólidas, procesos electorales más éticos y liderazgos más conscientes con narrativas más honestas y responsables.

Es importante señalar un antecedente donde durante décadas, los consultores políticos fueron percibidos como técnicos en campañas, operadores de imagen, expertos en encuestas, estrategas de comunicación, movilizadores territoriales, etc. Su labor comenzaba meses antes de la elección y solía diluirse al día siguiente de la elección, pero los tiempos han cambiado, ya que las dinámicas sociales y tecnológicas han transformado no solo la forma de hacer política, sino también las expectativas ciudadanas que hoy tienen a la mano y de manera casi inmediata la información.

Hoy el consultor ya no es solo un asesor externo, es en muchos casos parte del núcleo que define cómo se presenta un proyecto político, cómo se debe dar el acercamiento y vinculación con el elector, qué valores promueve y qué mensajes prioriza, dicha cercanía implica una cuota de responsabilidad que no siempre se asume con la profundidad que debiera.

Uno de los grandes desafíos para la consultoría política hoy es replantearse su código de ética. ¿Es válido alimentar la división si eso asegura una victoria? ¿Hasta qué punto se puede exagerar o distorsionar un dato para reforzar una narrativa? ¿Es ético manipular emociones como el miedo o el enojo y con ello movilizar o mermar votos?

Este tipo de dilemas no son teóricos, ya que se viven en cada elección, en cada mensaje, en cada propuesta, por eso es importante que quienes nos dedicamos a este oficio establezcamos líneas claras, reglas y códigos que permitan dignificar la labor, entendiendo que la consultoría política difícilmente es neutral, ya que lo que planteamos tiene impacto, comunica valores, legitima conductas y muchas veces, marca la agenda y el tono del debate público.

Frente a esto, es urgente profesionalizar aún más la consultoría, generar espacios de formación con enfoque ético y responsable así como construir una comunidad que ponga en el centro no solo la eficacia electoral, sino también la responsabilidad democrática y profesional.

Ahora bien el consultor tiene la capacidad y el deber de ofrecer alternativas, no se trata de hacer campañas aburridas ni de renunciar a la creatividad, se trata de construir narrativas que no solo vendan un producto político, sino que articulen un proyecto con sentido y visión; que reconozcan las problemáticas reales de las personas y propongan soluciones tangibles, entendiendo que el votante está cada vez más informado y es más crítico. Esto solo es posible si el consultor se arraiga en el contexto, si comprende las tensiones locales, las aspiraciones y frustraciones de cada persona. América Latina no es un mercado homogéneo: cada país, cada región, cada electorado tiene sus propias lógicas; por eso importar estrategias sin adaptación o aplicar plantillas automáticas no solo es ineficiente: es una forma de despreciar al elector.

Es tiempo de reconocer finalmente que la consultoría política en América Latina está en proceso de madurez, ya no es ni debe ser terreno exclusivo de improvisados ni de oportunistas; cada vez más profesionales se forman, se organizan, reflexionan sobre su rol y ello invita a redoblar esfuerzos. Se debe profesionalizar sin cinismo, innovar sin perder el sentido, crecer sin olvidar el impacto que nuestras decisiones tienen en la vida pública porque en tiempos de incertidumbre, cuando las instituciones se tambalean y los discursos extremos ganan terreno, la consultoría política no puede ser parte del problema tiene que ser parte de la solución y eso comienza por asumir que detrás de cada campaña, de cada estrategia, de cada mensaje, hay una responsabilidad que no se puede delegar: la de cuidar la democracia.

Mtro. Sergio Gómez Hernández

Face: https://www.facebook.com/SergioGomez.Mex
Insta: https://www.instagram.com/sergiogh_mx/
X: https://x.com/sergiogh_mx



Artículo Anterior Artículo Siguiente

Sufragio El Podcast