Por Luis Rubén Maldonado Alvídrez
Navegando por la renombrada red social “X” del magnate sudafricado Elon Musk, por lo general me encuentro cosas muy interesantes que publican colegas. En esta ocasión, mi buen amigo Ignacio de Moya quien es célebre consultor político español avecindado hace muchos años en México, publicó una frase lapidaria: En política cuando el líder no inspira los proyectos expiran".
Cuántos políticos existen que andan
emprendiendo una misión para lograr escalar a otro puesto: desde la presidencia
de una nación hasta una alcaldía o intendencia y simplemente creen que por
tener a la mano recursos económicos, materiales y humanos, el éxito es cosa
segura.
Si dicho proyecto político no inspira
(como acertadamente publicó Nacho) a nadie, el fracaso es seguro. Hay muchos
casos en la historia política de toda América Latina que han nacido sin esa
fuerza inspiradora.
Julio César Chávez Carrasco es mejor
conocido como Julio César Chávez junior, por ser hijo de la leyenda del boxeo
mexicano y hoy un crack de la narración deportiva. Tiene 39 años y ha estado en
el centro de las noticias en México por haber sido detenido en Estados Unidos y
se espera su deportación a tierras aztecas. La conversación sobre este hecho se
ha centrado, no en su historial de problemas legales y polémicas públicas, sino
en lo dolorosa que ha sido su carrera como boxeador profesional.
Según muchos cronistas deportivos
mexicanos, Chávez junior tiene un peso muy grande sobre sus hombros: la sombra
de su padre. Quien fue un atleta fuera de serie y orgullo mexicano, también
vivió épocas de absoluta oscuridad gracias a los excesos con el alcohol y las
drogas, derivado de relaciones con los grandes capos del narco mexicano de
finales de los años 80 y principio de los 90.
Julio César Chávez padre, fue una
fuerza inspiradora como atleta y tras recuperarse de su largo historial de
adicciones, continúa siéndolo, pues sobrevivir al abismo de las adicciones y
renacer como figura central de las narraciones del box en televisión, lo han
catapultado a ello, a una especie de segundo aire.
Su hijo no heredó el carisma de su
padre, que mucho ayuda a su imagen pública y, según los especialistas, nunca se
le percibió como un boxeador “con hambre de triunfo”, incluso algunos comentan
en radio y televisión de México, que boxeaba casi por la obligación de llamarse
Julio César Chávez.
Independientemente de sus problemas
con la ley, la carrera e historia de Chávez junior no emociona y no inspira.
Así, como Chávez junior, existen muchas historias en política que por más que
lo intenten y tengan la mesa servida para que un proyecto político sea exitoso,
carecen de inspiración y esa hambre de triunfo.
En el ámbito de la política, el liderazgo juega un
papel crucial en la dirección y el éxito de los proyectos. La frase "en
política, cuando el líder no inspira, los proyectos expiran" encapsula una
verdad lapidaria sobre la dinámica del liderazgo y su impacto en los equipos de
campaña y seguidores. La capacidad de un líder para inspirar y motivar a su
equipo puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso de un proyecto.
La inspiración es una fuerza poderosa que impulsa a
las personas a superar obstáculos, a trabajar con pasión y a comprometerse con
una causa. Un líder inspirador es aquel que no solo tiene una visión clara,
sino que también es capaz de comunicar esa visión de manera que resuene con su
equipo y con la ciudadanía. La inspiración genera entusiasmo, y no existe virus
más poderoso que el entusiasmo. Cuando un líder inspira, crea un ambiente de
trabajo positivo y motivador, donde cada miembro del equipo se siente valorado
y comprometido con los objetivos comunes.
Por otro lado, un líder que carece de la capacidad
de inspirar puede enfrentar serios desafíos. La falta de inspiración puede
llevar a la apatía, la desmotivación y la falta de compromiso. Los proyectos
pueden perder impulso, y los equipos pueden volverse ineficaces. Sin una
dirección clara y una motivación genuina, los proyectos corren el riesgo de
estancarse y, eventualmente, fracasar.
La historia está llena de ejemplos de líderes
políticos que han inspirado a sus seguidores y han logrado grandes cosas.
Nelson Mandela, por ejemplo, es recordado no solo por su lucha contra el
apartheid, sino también por su capacidad para inspirar a una nación a unirse en
busca de la justicia y la igualdad. Su liderazgo inspirador fue fundamental
para el éxito del movimiento anti-apartheid y para la construcción de una
Sudáfrica democrática.
En contraste, también hay ejemplos de líderes que no
lograron inspirar a sus equipos y cuyos proyectos fracasaron como resultado. La
falta de inspiración puede manifestarse de muchas maneras: una comunicación
deficiente, una falta de visión clara, o una desconexión con las necesidades y
aspiraciones de la gente. Cuando los líderes no logran inspirar, los proyectos
pueden perder su sentido de propósito y dirección.
Es importante destacar que la inspiración no es una
cualidad innata, sino una habilidad que se puede desarrollar. Los líderes
pueden aprender a inspirar a través de la empatía, la comunicación efectiva y
el compromiso genuino con los valores y objetivos de su equipo. La autenticidad
es clave; los líderes que son genuinos en su pasión y compromiso son más
propensos a inspirar a otros.
Así que, cuando el 2027 México tendrá una elección
gigantesca para renovar diputados federales, ayuntamientos y gubernaturas, hay
muchos proyectos activos en búsqueda de ser nominados. ¿Cuáles de esos
proyectos inspiran en este momento a la gente?
Aún es tiempo de comenzar a inspirar, pero no hay tiempo que perder si se quiere enamorar a la ciudadanía e inspirarla a seguir determinada ruta política.