Argentina
La tensión entre el presidente argentino, Javier Milei, y su vicepresidenta, Victoria Villarruel, escaló en los últimos días hasta convertirse en una crisis política abierta dentro del Ejecutivo, reconocida incluso por miembros del propio gabinete.
Guillermo Francos, jefe de Gabinete, admitió públicamente el conflicto al señalar que existe “un desentendimiento” entre las máximas autoridades del país. “Eso sin duda es una crisis, no institucional, sino una crisis política dentro del gobierno”, declaró en una entrevista televisiva.
El detonante fue la aprobación en el Senado —presidido por Villarruel— de una serie de leyes que contemplan incrementos en las jubilaciones y subsidios por discapacidad. Estas medidas, votadas con amplio respaldo legislativo, comprometerían el equilibrio fiscal que el gobierno de Milei defiende como uno de los pilares de su plan económico. Según cálculos oficiales, el impacto presupuestario de estas iniciativas alcanzaría el 2.5% del PIB, eliminando el superávit fiscal proyectado del 1.6% para este año.
La reacción del presidente no tardó en llegar. Durante un acto en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, calificó a una figura no mencionada —pero identificada por su rol— como “traidora”. Posteriormente, en redes sociales, Milei compartió mensajes aún más duros contra Villarruel, donde se le tildaba de “demagoga” y “bruta” en materia económica. Algunos de estos posteos provenían incluso de funcionarios del propio gobierno, como el director de Realizaciones Audiovisuales de Presidencia.
Villarruel no se quedó en silencio. A través de redes sociales, criticó el enfoque fiscalista del mandatario y cuestionó el aumento de presupuesto para áreas como inteligencia o los gastos en viajes internacionales del presidente. “Si realmente hubiera equilibrio fiscal, los jubilados y discapacitados no tendrían que esperar”, escribió, sugiriendo que la austeridad podría comenzar por otras áreas del gobierno.
El Ejecutivo ha anticipado que vetará los proyectos aprobados en el Senado. De no prosperar el veto, se recurrirá a la vía judicial para frenar su implementación. Mientras tanto, desde sectores cercanos al oficialismo cuestionan que Villarruel haya permitido el desarrollo de la sesión parlamentaria que dio luz verde a las leyes en disputa.
Francos, quien lidera las negociaciones del Ejecutivo con el Congreso, evitó pronunciarse directamente sobre la conducta de la vicepresidenta, pero subrayó que “son temas que se deben resolver de otra manera”.
El distanciamiento entre Milei y Villarruel se ha hecho cada vez más visible. El pasado 25 de mayo, durante el Tedeum por el Día de la Patria, ambos evitaron saludarse. Tampoco participaron juntos en la tradicional caminata desde Casa Rosada hasta la Catedral Metropolitana, un gesto simbólico de unidad institucional que, esta vez, no se produjo.
Pese a los intentos de Villarruel por restar dramatismo a la situación, los cruces públicos y el tono de los mensajes evidencian una ruptura política de fondo. La disputa no solo expone una grieta interna en el oficialismo, sino que plantea interrogantes sobre la viabilidad de las reformas estructurales que Milei busca consolidar sin mayorías propias en el Congreso.
Fuente: El Financiero