En medio de una serie de inauguraciones de obras y de gestos hacia los sectores más pobres, en un intento por revertir la caída de popularidad que ha enfrentado este año, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva ha retomado discursos con fuertes críticas a la élite brasileña, un objetivo recurrente de sus intervenciones en el Palacio del Planalto. Esta semana, en dos eventos en el interior de Río de Janeiro, Lula afirmó que la élite “debería sentirse avergonzada” por los retrasos en el acceso a la educación, los cuales, según el presidente, han comenzado a corregirse bajo sus mandatos. Este discurso marcó un tono más alto en comparación con las críticas previas de Lula hacia los brasileños más ricos, a quienes también ha acusado de oponerse a políticas sociales y de actuar en contra de su gobierno.
La estrategia actual de Lula guarda similitudes con la que utilizó durante la crisis del "mensalão" en 2005, cuando también vivió una caída de popularidad. En esa ocasión, mientras intensificaba sus viajes por el país y apostaba por la expansión de programas sociales, Lula se enfrentó más de una vez a la "élite brasileña" para defender su gestión.
En julio de ese año, por ejemplo, en una visita a Río, el líder del PT declaró que “la élite brasileña” no podía “discutir sobre ética” ni “hacerlo bajar la cabeza”. Un mes después, en un viaje a Piauí para inaugurar una planta de biodiesel, Lula argumentó que la creación de Petrobras había ocurrido “en contra de los intereses de la élite política brasileña”.
Para el sociólogo Paulo Baía, profesor de la UFRJ, la repetición de esta estrategia por parte de Lula también refleja un cálculo político, mirando hacia las elecciones de 2026, con el objetivo de “enfrentar directamente” y “vaciar de fuerza” a posibles adversarios que cuentan con mayor apoyo en las capas más ricas de la población.
Una encuesta de Datafolha publicada a principios de abril mostró a Lula liderando las intenciones de voto generales frente a nombres como el gobernador de São Paulo, Tarcísio de Freitas (Republicanos), y el expresidente Jair Bolsonaro (PL), quien se encuentra inelegible. Sin embargo, en el segmento de la población con ingresos superiores a diez salarios mínimos, Tarcísio y Bolsonaro empatan con Lula.
La misma encuesta reveló que la desaprobación a la gestión de Lula está en aumento entre los más pobres. En abril, el presidente alcanzó un 36% de rechazo, frente al 34% de febrero y al 24% de diciembre.
— Las encuestas están indicando un alto índice de desaprobación entre los más pobres. Por eso, Lula ha comenzado a recuperar un discurso enfocado en este electorado —aseguró Baía.
A lo largo de sus tres mandatos, Lula ha recurrido a la oposición entre los más pobres y la élite. En septiembre de 2003, por ejemplo, al lanzar el programa "Brasil Alfabetizado", el presidente petista señaló que el país “no se alfabetizó a tiempo porque la ignorancia era un instrumento de dominación política de una parte de la élite brasileña”. En esa ocasión, comparó la situación de Brasil con la de Perú, que “ya en 1550 tenía universidad”, mientras que Brasil solo tendría una “en el siglo XX”.
Con pequeñas variaciones, esta misma comparación ha sido repetida por Lula en diversos momentos durante las últimas dos décadas. En 2015, ya fuera de la presidencia y en un contexto de crisis económica y política bajo el gobierno de Dilma Rousseff, Lula llegó a generar una polémica en una conferencia en España, cuando atribuyó el atraso de las universidades al colonialismo portugués. Posteriormente, el petista aclaró que no quería culpar “al pueblo portugués, sino a las élites políticas” de ese país.
El tema volvió al discurso de Lula este lunes, durante su visita a Campos dos Goytacazes (RJ), donde inauguró un nuevo campus de la Universidad Federal Fluminense (UFF). Usando nuevamente la comparación con Perú, Lula afirmó que “la élite que ocupó este país a partir de Portugal” trataba a los brasileños como “cortadores de caña”. El presidente también comentó que la élite brasileña “debería mirarse al espejo y sentir vergüenza” por este pasado.
Una imagen similar fue utilizada por Lula en un discurso reciente dirigido a los trabajadores de una fábrica de automóviles en Resende (RJ). En ese discurso, el presidente mencionó que los más ricos preferían “mandar a sus hijos a estudiar al extranjero” y que, por esa razón, Brasil había experimentado un “atraso” en relación con sus países vecinos en cuanto a educación. Al recordar que él mismo no tiene un título universitario, Lula destacó que “al pueblo brasileño le faltaba la oportunidad de tener un trabajo digno y una buena formación”.
— Hay gente a la que no le gusta que diga esto, pero es una vergüenza para la élite brasileña que un presidente que solo tiene un diploma del Senai sea el que más ha invertido en universidades en la historia del país —declaró.
En la campaña de 2022, Lula también usó un tono más fuerte para afirmar que “falta vergüenza en la cara de la élite” brasileña. En esa ocasión, durante un mitin en Salvador al inicio de la segunda vuelta, el petista se refirió al hecho de que había niños pasando hambre, y señaló que la situación no se explicaba por “falta de dinero”. Ese mismo año, Lula también afirmó que la élite brasileña tenía una “mentalidad esclavista”.
Fuente: O Globo