Rebelión de las ciudades en tiempos de “shutdown”

Rebelión de las ciudades en tiempos de “shutdown”

Por: Augusto Hernández

La jornada electoral de ayer 4 de noviembre en Estados Unidos podría pasar como una elección intermedia más, pero no lo es. Bajo la superficie de resultados locales se esconde un reordenamiento del poder político: mientras la administración federal enfrenta el paro administrativo más prolongado de su historia, las ciudades y estados clave están enviando -desde mi punto de vista personal- un mensaje claro de resistencia, renovación e incluso reinvención institucional.

Estoy convencido que, en todo país democrático o república federal, la ciudad es la primera patria del ciudadano. Antes que el Estado hable, ya lo hizo el municipio; antes que la nación decida, la ciudad, el barrio ya ha resistido o soñado un ideal. Los gobiernos federales administran la distancia; las ciudades, en cambio, construyen pertenencia.

Quien entienda esto, no estará descubriendo el “hilo negro”, el espíritu y estructura conceptual evocan ideas de referentes antaños como: Alexis de Tocqueville, quien en “La democracia en América” enfatiza la importancia de la vida municipal como el cimiento real de la democracia; John Stuart Mill, al hablar del autogobierno local como escuela cívica del ciudadano; pensadores del municipalismo libertario, como Murray Bookchin, quien defendía que la ciudad es la unidad política real de transformación o; líneas discursivas en discursos de José Mujica, Luis Villoro o José Carlos Mariátegui, que intentaron en diversos momentos reivindicar el poder de lo comunitario frente al Estado central.

En Nueva York, la elección del joven -apenas 34 años- Zohran Mamdani como alcalde —primer musulmán en ocupar el cargo y con una agenda marcadamente progresista— no solo simboliza un cambio generacional, sino también un realineamiento ideológico. En un contexto donde el presidente Trump insiste en políticas de seguridad fronteriza y migración restrictivas, NYC opta por una plataforma de vivienda asequible, transporte público y justicia social. Mamdani no representa únicamente a una izquierda urbana organizada, sino a un electorado que busca nuevas narrativas frente al desgaste institucional. Será importante ver que pasa con la amenaza o advertencia de Trumpo en reducir fondos para NY de darse este triunfo.

En New Jersey y Virginia, los demócratas recuperaron y consolidaron gobiernos estatales. Lejos de ser sólo anecdóticos, estos triunfos permiten controlar legislaciones clave, frenar retrocesos en derechos civiles y afianzar plataformas moderadas que aún conectan con votantes suburbanos. Son estados que, ante el vacío federal, apuestan por la gobernabilidad, no el “griterío” ideológico.

Pero el verdadero telón de fondo es el shutdown federal, iniciado el 1 de octubre. Más de 900 mil trabajadores federales están en suspensión y otros 2 millones sin garantía de pago. Esta parálisis afecta desde agencias migratorias hasta programas sociales. A esto se suman medidas federales recientes como el endurecimiento migratorio, la estigmatización de países productores o de tránsito de narcóticos, y una narrativa de seguridad nacional que recuerda los peores excesos de la Guerra contra las Drogas.

La narrativa oficial republicana insiste en "orden y soberanía", pero comienza a erosionarse en zonas donde el shutdown ha colapsado servicios públicos. Por otro lado, los demócratas ganan terreno en lo local, pero carecen de una propuesta federal articulada que sintetice sus victorias estatales en una visión nacional coherente.

De cara a las elecciones legislativas de 2026, tres escenarios se perfilan:

  1. Avance demócrata, capitalizando el desgaste republicano y consolidando alianzas urbanas, juveniles y progresistas.
  2. Reacción conservadora, si el discurso de crisis y orden moviliza de nuevo a las bases republicanas y modera a los indecisos.
  3. Gobierno dividido y polarizado, que perpetúe el estancamiento legislativo, alimente nuevas crisis y mantenga en jaque la capacidad institucional del país.

Lo que revelan estos comicios no es solo el estado del electorado, sino el de la gobernabilidad misma. Las ciudades, lejos de ser simples bastiones progresistas, están funcionando como laboratorios de políticas públicas. En contraposición, Washington se ha vuelto un epicentro de disfunción -al menos visto desde fuera de la Roma Americana-.

Lo anterior, me obliga a hacer el siguiente cuestionamiento: ¿Puede una nación gobernarse desde sus márgenes mientras el centro se descompone? Esa es la pregunta que el electorado estadounidense —y el mundo— deberán responder pronto. Porque lo que hoy votan las ciudades, mañana podría ser la pauta de un país primermundista entero.

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