Zohran Mamdani, la política que vuelve a emocionar
Por: Jorge
Camacho
Cuando vemos campañas políticas
en la actualidad, parecería que estamos viendo estrategias de marketing, venta
de “productos” o anuncios de la irrealidad total, y los candidatos se parecen
más a marcas que a líderes, Zohran Mamdani irrumpió desde Nueva York con una
propuesta radical por su sencillez y propuso hacer política con
autenticidad. Su campaña no solo buscó ganar una elección, sino reconstruir
el vínculo entre ciudadanía y esperanza, entre política y comunidad.
Mamdani transformó su
candidatura en un modelo de comunicación política contemporánea. Apostó por
una narrativa clara, emocional y repetible, que no hablaba solo del
cambio, sino que lo encarnaba. En cada mensaje, en cada video y en cada
encuentro, el candidato proyectó una coherencia poco habitual, la de quien dice
y hace lo mismo. En un mundo saturado de discursos vacíos, esa coherencia se
volvió su mejor estrategia.
Manifestó coherencia
estética y emocional. Desde el
video de lanzamiento hasta el último spot, su campaña mantuvo el mismo tono, el
mismo mensaje y la misma estética. Esa consistencia, lejos de ser rígida,
transmitía confianza. Los votantes sabían qué esperar, y esa
certeza, tan escasa en la política actual, generó conexión emocional.
Pero lo más interesante fue que
Mamdani entendió algo que muchos olvidan… la comunicación política no
es solo hablar, es escuchar. Y escuchó en varios idiomas. Produjo
contenidos en árabe, español, urdu e hindi, reconociendo a comunidades
históricamente ignoradas. En lugar de buscar el voto de todos, eligió hablar
con todos, y ese matiz marcó la diferencia.
El lema de Mamdani “La
campaña que se divierte más, gana”, puede parecer trivial, pero
encierra una idea poderosa, la alegría también es una forma de
movilización política. Frente a las campañas del miedo o del enojo, él
eligió el entusiasmo. Apostó por la energía de los voluntarios, por la
cercanía, por una política que se siente viva. Y lo logró que más de 104,000
personas participaron en su movimiento, tocaron tres millones de puertas y
llenaron las calles con convicción.
Mamdani insistía en que su
proyecto no era una campaña electoral, sino “un movimiento para toda
la vida”. Esa idea transformó su estrategia en algo más profundo, una
política de largo aliento, que no se agota en las urnas. Su objetivo no
era solo conquistar votos, sino construir comunidad.
En tiempos en los que la
política se reduce a lo inmediato, su visión devolvió sentido de continuidad y
propósito. Porque al final, el verdadero éxito de una campaña no se mide en los
resultados oficiales, sino en lo que deja después… organización, identidad y
esperanza.
El caso de Zohran Mamdani deja
una enseñanza que trasciende fronteras, la política contemporánea necesita
menos cálculo y más coherencia. En una era dominada por algoritmos, datos y
estrategias automatizadas, él recordó que el corazón de la comunicación
sigue siendo humano.
Mamdani no inventó una fórmula mágica, simplemente recuperó algo esencial, la política como acto de empatía. Su historia confirma que los candidatos no ganan solo por tener razón, sino por hacer sentir que vale la pena creer otra vez.


.jpg)