Quiénes integran y qué valores sostienen los votantes que rechazan a la ultraderecha en Argentina, Brasil y Chile
Internacional
En el Cono Sur, una mayoría silenciosa sostiene un rechazo constante hacia la ultraderecha. Según un estudio reciente de la Fundación Friedrich Ebert (FES), vinculada al Partido Socialdemócrata de Alemania, seis de cada diez votantes en Argentina, Brasil y Chile se oponen a las fuerzas políticas que promueven discursos autoritarios o antisistema. Sin embargo, esta resistencia no responde a un solo patrón ideológico: se articula entre sectores progresistas urbanos, clases medias religiosas y grupos populares con visiones diversas sobre moral, seguridad y redistribución.
El análisis, encabezado por el politólogo chileno Cristóbal Rovira, se basa en 5.500 encuestas presenciales realizadas en 2023 y utiliza la técnica de Análisis de Clases Latentes, que permite identificar afinidades “ocultas” dentro del electorado. El resultado: cuatro grandes segmentos por país que, a pesar de sus diferencias, coinciden en respaldar el orden estatal, valorar la democracia y demandar mayor igualdad social.
Argentina: el mosaico anti-Milei
En Argentina, la oposición al presidente Javier Milei proviene tanto de jóvenes sin religión como de católicos conservadores que rechazan la radicalización del discurso libertario.
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Juventud popular (9,6%): jóvenes de entre 18 y 24 años, en su mayoría de bajos recursos, con alta proporción de ateos y evangélicos. Rechazan de forma tajante al mandatario, aunque sin una definición clara en el eje izquierda-derecha.
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Bloque progresista educado (45,8%): el grupo más numeroso. De clase media y alta, mayoritariamente católico o sin religión. Defiende causas igualitarias y un papel activo del Estado.
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Conservadurismo popular católico (12,5%): adultos mayores con baja escolaridad y fuerte identidad religiosa. Aunque conservadores, rechazan el estilo confrontativo y el individualismo extremo del presidente.
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Centro católico de clase media (32%): moderado, con alto peso femenino. Aunque menos tajante en su rechazo, teme la desregulación y la pérdida de control estatal.
En conjunto, los sectores anti-Milei repudian la liberalización de armas y defienden el rol estatal en seguridad. Aun con diferencias sobre temas morales —como aborto o matrimonio igualitario—, prevalece el rechazo a la radicalidad por sobre las divisiones ideológicas.
Brasil: diversidad territorial contra el bolsonarismo
El rechazo al expresidente Jair Bolsonaro muestra una mayor dispersión geográfica y social. En Brasil, la oposición se concentra en el nordeste y entre los jóvenes urbanos del sudeste, pero abarca también a sectores católicos del sur.
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Jóvenes urbanos progresistas (33%): hombres menores de 34 años, ateos o sin religión, con educación media o superior. Representan el núcleo laico y crítico del país.
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Clase media católica (16,7%): con fuerte presencia en el nordeste, de fe católica y menor nivel educativo. Rechaza el extremismo y desconfía del liderazgo de Bolsonaro.
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Sur popular católico (32,4%): trabajadores de clase media-baja con un rechazo frontal al bolsonarismo, aunque con valores morales más tradicionales.
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Nordeste femenino y popular (24%): mujeres de bajos ingresos que defienden la protección social y la intervención estatal.
Los grupos anti-Bolsonaro coinciden en rechazar el armamentismo civil y la polarización religiosa, pero se dividen en temas de moral y castigo penal. El punitivismo y los debates sobre feminismo o aborto fragmentan un frente opositor que, aun con matices, no ve en la ultraderecha una solución viable.
Chile: pluralismo frente al avance de Kast
En Chile, donde el republicano José Antonio Kast lidera los sondeos para 2026, la coalición que le hace frente combina progresismo urbano y religiosidad moderada.
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Mujeres populares redistributivas (33%): mayoritariamente de clase baja y edad media, priorizan la igualdad social y el orden, pero apoyan políticas de seguridad “con autoridad”.
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Progresistas radicales (11%): jóvenes seculares y altamente educados, de tendencia izquierdista y fuerte identidad urbana.
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Centro pluralista (41,2%): clase media y alta, con valores moderados y escasa identificación partidaria.
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Conservadores moderados (14,9%): hombres mayores, católicos, que rechazan la agresividad del discurso de Kast sin sentirse cercanos a la izquierda.
El estudio identifica en Chile una tensión entre un progresismo popular que tolera respuestas duras en seguridad y un progresismo urbano más liberal y antifeminista. Aunque ambos se oponen a la ultraderecha, la migración y el punitivismo son puntos de fricción que podrían definir el equilibrio electoral de cara a 2026.
Una tendencia regional
Pese a las diferencias entre países, el informe de la FES concluye que la resistencia a la ultraderecha latinoamericana se sostiene más en la demanda de orden estatal y justicia social que en una identidad ideológica homogénea.
Los votantes que rechazan a Milei, Bolsonaro o Kast no necesariamente comparten causas liberales, pero sí una convicción común: preservar la democracia frente al autoritarismo.


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