Ortega y Murillo cumplen ocho meses sin nombrar vicepresidentes en Nicaragua

Ortega y Murillo cumplen ocho meses sin nombrar vicepresidentes en Nicaragua

Nicaragua

A ocho meses de asumir la copresidencia tras la reforma constitucional de febrero, Rosario Murillo y Daniel Ortega mantienen vacante la figura de vicepresidentes, a pesar de que la nueva normativa les otorga la facultad de designarlos.

Desde que Murillo pasó de vicepresidenta a copresidenta, el sistema político nicaragüense consolidó un poder concentrado en la pareja gobernante. La Constitución ampliada a seis años el mandato presidencial, subordinó todos los poderes al Ejecutivo y fortaleció el aparato represivo. Entre las novedades figura la posibilidad de nombrar más de un vicepresidente, un cargo que históricamente había sido ocupado por una sola persona. Sin embargo, ningún nombramiento se ha concretado hasta la fecha.

Vacíos legales y control político

El artículo 138 establece que los vicepresidentes dependen directamente de la Presidencia y gozan de inmunidad, pero no detalla cuántos pueden ser ni sus funciones precisas. Se eliminó del texto la cláusula que permitía sustituir al presidente en caso de ausencia temporal o definitiva.

Douglas Castro, sociólogo nicaragüense y doctorando en Estudios Latinoamericanos en Oxford, considera que estas reformas buscan “asegurar la lealtad sin alterar la jerarquía central del régimen autoritario”. Según Castro, la vicepresidencia sirve más para “cooptar y premiar a personas de confianza” que para delegar poder real.

El factor familiar y la proyección internacional

Analistas señalan que Ortega y Murillo podrían reservar el cargo para un miembro de su círculo más cercano, posiblemente un familiar. Entre los candidatos con proyección internacional se encuentran Laureano Ortega Murillo, asesor de inversiones y enlace del régimen con Rusia, China e Irán, y su hermana Camila, que participa como emisaria internacional del gobierno. Sin embargo, un nombramiento familiar podría generar resistencia interna, pues sería percibido como un paso hacia una monarquía dinástica.

Historia de desconfianza hacia los segundos al mando

En Nicaragua, los vicepresidentes han tenido históricamente un rol conflictivo con los presidentes. Ejemplos como Virgilio Godoy con Violeta Barrios de Chamorro, y Enrique Bolaños con José Rizo, evidencian la desconfianza hacia los segundos al mando. Castro afirma que esta dinámica se agrava en regímenes autoritarios, donde los líderes “no quieren delegar poder y desconfían de cualquier posible sucesor”.

Desde su copresidencia, Murillo ha firmado de manera autónoma algunos documentos oficiales, consolidando su control sobre el Estado y reforzando la centralización de poder en la pareja gobernante.

Fuente: La Prensa

 

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