Estados Unidos
Una maniobra estratégica por parte de más de 50 legisladores demócratas de Texas dejó sin quórum a la Cámara de Representantes estatal y frenó temporalmente el avance de una controvertida propuesta de redistribución de distritos electorales impulsada por el Partido Republicano.
La medida responde a los planes de redibujar los límites de los distritos en favor del oficialismo, una práctica conocida como gerrymandering, que busca consolidar la mayoría republicana en el Congreso federal de cara a las elecciones intermedias de 2026.
Según medios locales, al menos 51 de los 62 representantes demócratas en la Cámara baja de Texas salieron del estado el domingo. Su ausencia impide alcanzar el quórum mínimo requerido —dos tercios de los 150 escaños— para someter a votación cualquier iniciativa.
El Congreso estatal, con mayoría republicana y encabezado por el gobernador Greg Abbott, planea aprobar un nuevo mapa electoral que podría favorecer al oficialismo en la elección de los 38 representantes texanos que integran la Cámara Baja federal. Actualmente, 25 de esos escaños están en manos del Partido Republicano.
La redistribución distrital se produce en un contexto de creciente polarización política en Estados Unidos, encabezado por el presidente Donald Trump, quien lleva seis meses en el cargo. Su mandato ha estado marcado por medidas que endurecen la política migratoria, restringen derechos de la comunidad LGBTQ+ y desafían el equilibrio democrático del país.
El rediseño de distritos en Texas es clave para asegurar la permanencia republicana en el Congreso federal. Bajo el sistema de mayoría simple, pequeños ajustes en las líneas distritales pueden inclinar los resultados en favor de un partido, anulando el peso de las minorías.
La manipulación partidista de los distritos electorales no es ilegal en EE. UU., aunque ha sido objeto de fuertes críticas. En 2019, la Corte Suprema estableció que los tribunales federales no pueden intervenir en redistribuciones por motivaciones políticas, dejando la responsabilidad en manos de los gobiernos estatales, comisiones independientes o, en algunos casos, cortes locales.
Texas es uno de los estados donde el rediseño queda en manos del legislativo y del gobernador, ambos dominados por el Partido Republicano.
El gobernador Abbott reaccionó con dureza, acusando a los demócratas de abandonar sus funciones y "traicionar a Texas". En declaraciones a Fox News, calificó la acción como “anti-texana” y advirtió que los legisladores podrían ser arrestados por orden de la Cámara de Representantes estatal.
La orden, sin embargo, tiene alcance limitado, ya que la policía estatal no tiene jurisdicción fuera de Texas. La mayoría de los legisladores ausentes se encuentran en ciudades como Chicago, Nueva York o Boston, bastiones demócratas donde no pueden ser detenidos.
Abbott también anunció sanciones económicas: los legisladores ausentes deberán pagar 500 dólares diarios mientras persista su inasistencia. Además, el gobernador puede convocar sesiones extraordinarias de manera indefinida hasta forzar una votación.
Los legisladores demócratas han asegurado que regresarán una vez concluya la sesión especial, mientras minimizan las amenazas de arresto como tácticas de intimidación. Sin embargo, el impasse revela una vez más el nivel de fractura política en Texas y en todo el país.
Esta no es la primera vez que se emplea una estrategia de fuga legislativa para bloquear votaciones clave. Pero su efecto duradero dependerá de la capacidad de ambas fuerzas políticas de llegar a un acuerdo o de capitalizar el conflicto en el próximo ciclo electoral.
Fuente: DW