Por: Nidia Paulino
Valdez
Presidenta Asociación
latinoamericana Consultores políticos, ALACOP
¿Será que comunicamos mal?
Los
miles de mensajes que recibimos al día, nos mantienen infoxicados. Es real que
nos mostramos cansados, apáticos a todo esto, y preferimos el show farandulero.
El morbo relajado llama la atención, proporciona oportunidad de especular,
hacer conjeturas. Los temas considerados complejos y serios e incluso el show
político les pone de mal humor.
Es que
cuando termina la campaña electoral, quien gana, debe pasar a la comunicación
de gobierno. Desde este instante, se debe comunicar activa y asertivamente lo
que se está haciendo, escuchar permanentemente la ciudadanía para ajustar las
políticas en acto, generar nuevas políticas para construir poder social a
través de redes comunitarias, (atención no poder electoral).
¡Cuando se ganan las elecciones se
consigue el poder!
Y gobernar
BIEN es mantener ese poder. Para eso se necesita interactuar constantemente con
quienes te otorgaron el poder, los ciudadanos, la gente. La realidad es que no
debe estar siempre en campaña, sin embargo, desde el gobierno, los funcionarios
deben comunicar la gestión como si la ciudadanía pudiera votar todos los días. Es
ese pequeño temor al escrutinio que te hará gobernar bien.
Este
tipo de campaña permanente llevará al gobierno a mantener una conexión
constante informando sus logros y políticas con el fin de construir una
narrativa coherente, perder el miedo al escrutinio ciudadano y aumentar la
aprobación y confianza.
Por
otro lado, LA OPOSICIÓN pasa al rol de vigilancia permanente. Su papel
principal es aprovechar la oportunidad que se le brinda de cuestionar con
cordura, con bases, siempre proponiendo alternativas, fiscalizar con claridad y
argumentos que no den lugar a dudas, mantener una presencia si o si en la
esfera pública y estar siempre junto al ciudadano.
Si el
gobierno y sus funcionarios optan por continuar en campaña electoral y no entra
en su rol de gobernar, se exponen a desgaste político y económico, porque para
mantener la imagen, la percepción y el populismo, se necesitan recursos y muchos.
Este accionar provoca un desgaste de la confianza, con la consecuente crecida
de la abstención.
Acciones
como la desinformación, la propaganda manipulada para crear percepción, las
promesas emocionales, la polarización, los slogans en lugar de los planes, en
donde la prioridad son los LIKE, condenan a los gobiernos, a sus lideres y a
los partidos a una búsqueda de legitimidad continua.
Una
comunicación saludable tanto para el gobierno, para la oposición y para el sistema
de partidos, requiere de una planificación estratégica y una ejecución
cuidadosa, para que en vez de aportar no termine aumentando la conflictividad y
el consecuente debilitamiento de las instituciones.
El
debilitamiento tiene un efecto invalidante que dificulta poder abordar ciertos
temas e imposibilita de tomar decisiones eficazmente, terminando socavando la
democracia y su calidad.
En
fin, escuchamos frecuentemente en estos días la frase “están en campaña permanente”.
Nos
cuenta Daniel Ivoskus en su libro GOBERNICAR que la campaña no termina con las
elecciones. Y quien pierde, ¡¡¡¡la oposición!!!
debe estar lista a asumir un rol de control, de fiscalizador, observador
permanente de las acciones del gobierno, estando atenta a las necesidades
reales de los ciudadanos y en su momento asumir y liderar causas para
equilibrar y presionar al gobierno en el cumplimiento de sus promesas y
ejecución del plan presentado en campaña.
En
sociedades cada vez más exigentes el ciudadano reclama esta deuda milenaria de
los políticos y gobernantes y no acepta más propuestas. Lo que busca
fervientemente son respuestas, presencia y coherencia para que el relato y la
narrativa les incluya y pertenezca.
Entonces, estar en campaña constante tanto para gobierno como para oposición es indispensable y debe hacerse dando paso a la participación y a la comunicación con sentido, campañas de información, conexión, escucha permanente: sin duda SI, pero en ambos casos bien usada, con responsabilidad, una comunicación que responda, responsabilice, transforme la vida del ciudadano y fortalezca la democracia.