José "Pepe" Mujica, una de las figuras más emblemáticas de la política uruguaya, falleció el 13 de mayo de 2025 a los 89 años, víctima de un cáncer de esófago. Mujica, quien había anunciado en enero de 2025 que abandonaría el tratamiento debido a la progresión de su enfermedad, había estado recibiendo cuidados paliativos en su fase terminal. En su última declaración pública, realizada en 2024, aseguró: "Ya terminó mi ciclo. Sinceramente, me estoy muriendo. Y el guerrero tiene derecho a su descanso."
A lo largo de su vida, José Mujica fue un referente tanto en Uruguay como en el ámbito internacional, reconocido por su franqueza y su estilo de vida austero, el cual contrastaba con los excesos de muchas figuras políticas. Desde su renuncia al Senado en 2018, cuando expresó su deseo de tomarse "una licencia antes de morir de viejo", hasta su retiro definitivo de la política en 2020, su figura se consolidó como un emblema de la izquierda, con un profundo compromiso con la militancia popular y los valores de la justicia social.
Mujica había sido elegido nuevamente como senador en 2019, encabezando la lista más votada del Frente Amplio, pero su intento de salvar la candidatura presidencial del partido en 2020, al ofrecerse para un ministerio en caso de triunfo, no se concretó. Sin embargo, su salida del Senado no fue un adiós definitivo a la política, sino una retirada que marcó su transición hacia un rol más cercano a la sociedad civil.
Su figura despertó admiración global, especialmente a partir de su presidencia (2010-2015), cuando fue reconocido por su estilo de vida sencillo. Se ganó el título del "presidente más pobre del mundo", dado que donaba el 90% de su salario y rechazó vivir en la residencia presidencial, prefiriendo una granja modesta en las afueras de Montevideo. Fue un símbolo de austeridad en una época de altos escándalos de corrupción y desmesura en la política mundial.
Uno de los hitos más significativos de su gobierno fue la legalización del aborto en 2012, el matrimonio homosexual en 2013 y la legalización del cannabis, que convirtió a Uruguay en el primer país en el mundo en legalizar su cultivo y venta para uso recreativo. Estos avances, que desafiaron normas tradicionales, fueron presentados por Mujica como decisiones basadas en el sentido común y no en una ideología partidista.
Mujica también marcó un precedente mundial cuando, en 2012, durante su intervención en la Cumbre Río+20, pronunció un discurso profundamente filosófico sobre los peligros del consumismo y la explotación irracional de los recursos naturales, que dejó una huella perdurable en la opinión pública internacional.
A lo largo de su vida, el exmandatario combinó su faceta de hombre de acción con la de pensador profundo. Fue miembro del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, una guerrilla urbana que luchaba contra las injusticias del régimen militar en los años 60 y 70. Encarcelado durante 13 años en condiciones extremas, su liberación en 1985 coincidió con la restauración de la democracia en Uruguay. A partir de allí, se integró al Frente Amplio, donde consolidó su carrera política.
Más allá de los éxitos, su gestión también fue marcada por fracasos, como la falta de implementación de reformas clave en educación y el déficit fiscal que se acumuló hacia el final de su mandato. Sin embargo, la huella que dejó en la historia de Uruguay y del mundo es innegable, tanto por sus decisiones políticas como por su ejemplo personal.
Mujica fue reconocido mundialmente por su capacidad para conectar con personas de diversas ideologías y orígenes. De Barack Obama a Nicolás Maduro, de artistas como Aerosmith a personalidades como Ricky Martin, todos encontraron en él un ser humano auténtico, dispuesto a dialogar sin filtros y sin comprometer sus valores.
Al despedirse, su vida de austeridad y su constante crítica al capitalismo desmedido y la corrupción siguen siendo un testamento de su compromiso por un mundo más justo. "La pobreza no es tener poco, es querer mucho", solía decir, reflejando su enfoque sencillo y racional ante la vida.
Con su partida, el mundo pierde a un líder que se destacó no solo por sus políticas, sino también por su coherencia personal, por sus gestos de humildad y por sus contundentes reflexiones sobre la vida y el poder. Un hombre que siempre preferiría que lo recuerden por su lucha constante en favor de los más necesitados que por sus logros en el ámbito político.
Fuente: DW