El papel de la Inteligencia Artificial en el triunfo de Trump

 
Por Gisela Rubach

En el artículo "AI's Underwhelming Impact on the 2024 Elections", Andrew R. Chow analiza cómo, a pesar de las preocupaciones iniciales sobre la influencia de la inteligencia artificial (IA) en las elecciones de 2024, su impacto fue menor al anticipado. Aunque se temía que la IA pudiera propagar desinformación a través de deepfakes y campañas publicitarias personalizadas mediante microsegmentación geolocalizada, estas tecnologías no desempeñan un papel significativo en la alteraciones del proceso electoral. Según el artículo, "los temores de que la elección fuera descarrilada o definida por la IA ahora parecen haber sido exagerados" (Chow, 2024).

Chow destaca también que, aunque se compartieron deepfakes políticos en las redes sociales, estos representaron solo una pequeña parte de campañas de desinformación más amplias. Además, la Comunidad de Inteligencia de EE.UU. Señaló en septiembre que, si bien actores extranjeros como Rusia utilizaron IA generativa para "mejorar y acelerar" los intentos de influir en los votantes, estas herramientas no "revolucionaron tales operaciones". El artículo concluye que, aunque la IA no tendría –ni tuvo, agrego– un impacto tan significativo en los resultados de las elecciones de 2024, es probable que su influencia crezca en futuros procesos electorales a medida que la tecnología avance y su uso se generalice entre el público y los operativos políticos.

La reciente victoria ha generado un debate profundo sobre el rumbo de la inteligencia artificial (IA) en Estados Unidos. Durante su campaña, Trump prometió derogar la orden ejecutiva sobre IA emitida por el presidente Biden en octubre de 2023. Esta orden buscaba establecer directrices para el desarrollo seguro y responsable de la tecnología, en respuesta a los crecientes desafíos éticos y de seguridad que plantea la IA (Booth y Pillay, 2024). La administración de Trump ha criticado estas regulaciones, calificándolas de restrictivas y acusándolas de promover “ideas de izquierda radical” que, según sus partidarios, limitan el crecimiento y la innovación en el sector tecnológico.

A pesar de que él mismo ha reconocido los riesgos que implican la IA, señalando que podría convertirse en una tecnología "muy peligrosa" –opinión que de pronto comparte su gran amigo Elon Musk–, que requerirá enormes cantidades de energía para su desarrollo y funcionamiento, varios expertos prevén que la Casa Blanca adoptará un enfoque desregulador en los próximos años (Wiggers, 2024). En lugar de imponer controles estrictos, se anticipa que la administración priorice políticas proempresariales, reducirá restricciones e incentivará la inversión en IA, con lo que podría beneficiar enormemente a las grandes compañías tecnológicas, tales como Microsoft, Google y Amazon, así como a los contratistas de defensa como Palantir (Laidley, 2024).

Este enfoque ha sido bien recibido por líderes de la industria tecnológica, quienes expresaron sus felicitaciones y optimismo tras la victoria de Trump. Los directores ejecutivos de Apple, Google, Amazon y Microsoft enviaron mensajes de apoyo, lo que subraya la expectativa de que la nueva administración favorece la innovación y el crecimiento en el sector (Times of India, 2024). Sin embargo, esta política también despierta preocupaciones significativas. Algunos analistas advierten que el enfoque de Trump podría derivar en un "salvaje oeste" tecnológico, en el cual las empresas persigan ventajas competitivas sin una regulación adecuada que mitigue riesgos éticos y de seguridad. Esto podría fomentar un entorno en el que las salvaguardas en el desarrollo de la IA sean insuficientes, aumentando así la posibilidad de efectos adversos en la sociedad y el mercado laboral. La falta de controles regulatorios en un contexto de innovación acelerada podría, en consecuencia, incrementar los peligros relacionados con el uso irresponsable de la IA.

Si bien la administración de Trump podría ofrecer un impulso económico al sector tecnológico mediante políticas favorables y menos restricciones, esto plantea una serie de desafíos éticos y de seguridad que deben considerarse con cuidado. 


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