¿Por qué ganó otra vez Trump en 2024? Una perspectiva metaestratégica

 
Por Gisela Rubach Lueters

Las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2024 quedaron inscritas en un contexto de tensiones profundas y divisiones sociales que hace pocos años habrían sido impensables. Este año, la contienda electoral trajo consigo un clima cargado de insatisfacción generalizada, con la economía tambaleante y el descontento hacia las políticas demócratas que parecían impregnar cada rincón del país. Drogadicción, inflación, inseguridad laboral y un crecimiento económico desigual fueron algunos de los factores que lograron movilizar al electorado y generar una ola de apoyo hacia Donald Trump, cuya propuesta hacía sentido a quienes buscaban una solución concreta a sus problemas cotidianos. La situación demandaba una narrativa clara y sólida sustentada en el uso de arquetipos acertados, y Trump logró configurarla a través de su discurso, apelando a los valores tradicionales y prometiendo un regreso a la estabilidad económica. 

Desde el inicio, observé cómo la polarización política marcaba cada aspecto de la campaña. En este entorno tan dividido, el "wokeismo" y las políticas de identidad se convirtieron en temas polarizantes que Trump manejó con habilidad estratégica. Su narrativa se centró en confrontar de manera frontal estos movimientos, presentándolos como un obstáculo para la unidad nacional y un riesgo para los valores con los que millones de estadounidenses se identifican. A lo largo de su campaña, Trump supo captar este sentimiento, que interpretó y proyectó como una resistencia contra políticas que, en su visión, habían llevado al país a un punto de fractura social. 

Kamala Harris, por el otro lado, optó por una estrategia distinta, buscaba fortalecer el apoyo de los sectores progresistas, minorías y jóvenes votantes. Su campaña se volcó en figuras del entretenimiento y las redes sociales, y apoyos como el de Bruce Springsteen, Beyoncé, Katy Perry y Taylor Swift formaron parte integral de su estrategia. Sin embargo, para muchos votantes, esta inclinación hacia el respaldo de figuras públicas resultó ser un arma de doble filo, ya que, según mi observación, alejó a los sectores que esperaban un enfoque más serio sobre los problemas económicos. Tal como se señala en el excelente artículo “What I Got Wrong in 2024” (Jong Fast, 2024) publicado por Vanity Fair señaló cómo la campaña de Harris terminó luciendo elitista y desconectada de la realidad de gran parte de la población, que veía sus necesidades insatisfechas y buscaba respuestas concretas a cuestiones como la inflación y la falta de oportunidades de trabajo.

Trump, en cambio, se apegó a un mensaje claro y directo, enfocado en los problemas económicos y la seguridad, dos temas que lograrán conectar de manera casi universal con el electorado. Su estilo directo y, en muchos casos, simplificado, transmitía soluciones accesibles y tangibles, un enfoque que he aprendido a valorar en mi práctica profesional como una estrategia efectiva en tiempos de incertidumbre. Vi cómo su discurso logró resonar con un sector amplio de la población, especialmente con la clase y trabajadores que se sentían ignorados por las políticas de la élite gobernante. Frente al enfoque de Harris, que se diluía entre las apariciones de influencers y celebridades, el mensaje de Trump se sintió inmediato y honesto, lo cual resultó en una conexión directa con las inquietudes y el malestar del electorado.

Además de su retórica directa, Trump se apoyó en herramientas digitales avanzadas que fueron cruciales para la efectividad de su campaña. Una de las estrategias que observé y que considero clave en su éxito fue lo que desde hace ya años bauticé como “metaestrategia”: un enfoque basado en el análisis de Big Data para manejar múltiples situaciones complejas para potenciar la capacidad de adaptación de estrategias, subestrategias, acciones directas y acciones mixtas en tiempo real. A través de esta metodología –que ignoro si ellos así la llamen pero coincide plenamente con el planteamiento que he expuesto en diversos foros– el equipo de Trump logró identificar y segmentar a su audiencia para adaptar mensajes específicos y ajustar tácticas continuamente según el pulso del electorado con una precisión temporal admirable. Desde el principio, me impresionó la agilidad con la que sus asesores de comunicación respondían a los cambios del contexto, ajustando el discurso para sintonizarlo con las inquietudes de su predominante (Rubach, 2023), incluso lo pude notar en primera persona durante mi estancia en Washington D.C. donde analicé  encuestas y monitoreos, hice etnografía con votantes, hablé con expertos de todo el mundo, revisé whitepapers y, con ello, pude anticipar 48 horas antes que el regreso del polémico expresidente era inexorable. No me equivoqué. 

De igual manera, en mis andanzas por la capital estadounidense concluía que la campaña de Harris, a pesar de un arranque explosivo tras la dimisión del presidente Biden, mantuvo un tono continuo, sin grandes variaciones, y aunque se enfocó en un discurso progresista y de justicia social que lentamente fue moderando, no tuvo la flexibilidad para responder con rapidez a las inquietudes económicas del electorado. Esta lentitud y falta de adaptación, en mi opinión, fue una de las mayores debilidades de su estrategia, pues le restó la capacidad de conectarse con un electorado que esperaba propuestas actualizadas y respuestas inmediatas ante la complejidad de la situación económica.

El descontento social y el rechazo al "wokeismo" se reflejaron en una clara transición en la cultura política estadounidense que las acólitas del progresismo llaman regresión pero que terminarán sufriendo como un nuevo futuro de la nación radiante de testosterona. Si bien es cierto hay fuerte contenido regresionista por el gran referente es la arrolladora campaña republicana de 1984 de la cual, incluso, adoptaron hasta el eslogan “Make America Great Again” que ahora identifica esa ala radical conservadora, es importante poner atención al apunte de Ed Kilgore para New York Magazine en el cual subraya que “en 1984, Reagan ganó en 49 estados y ganó el voto popular nacional por un 18 por ciento. Los demócratas de hoy están traumatizados por los avances de Trump en 2024 en Nueva York. Ronald Reagan ganó Nueva York dos veces (la segunda vez por 8 puntos porcentuales). No, los republicanos en realidad no crearon el “bloqueo del Colegio Electoral” que los demócratas temían después de 1984, pero la Revolución Reagan tuvo suficiente fuerza residual para llevar a un vicepresidente relativamente débil, George H. W. Bush, a una sólida victoria presidencial en 1988”. Esto hace obligado adelantarse a un futuro posible en el cual Elon Musk, J.D. Vance o su yerno Jared Kushner podrían continuar la hegemonía conservadora con el sello dinástico de la casa. 

Es importante recalcar que en esta elección, amplios sectores de la clase trabajadora y votantes moderados con fuertes simpatías hacia los demócratas expresaron su frustración con políticas que perciben como excesivamente centradas en cuestiones de identidad. Trump aprovechó este sentimiento, construyendo su figura como un candidato dispuesto a restaurar un sentido de unidad nacional y estabilidad. En este contexto, su victoria de trasciende la mera elección y refleja un cansancio hacia las políticas de cancelación, corrección política social que inició en el ámbito académico y ya era endémica hasta en pequeñas empresas familiares, reforzado con el ariete de un electorado que anhela un retorno a las prioridades básicas: economía y seguridad. 

El manejo de su presencia en redes sociales y medios de comunicación fue otro de los factores decisivos de su campaña. En una era en la que la inmediatez y la constante exposición son esenciales, Trump logró mantener una presencia activa, tanto en redes como en medios tradicionales trascendiendo aquellos en los que su apoyo es total como la cadena Fox y logrando inclinar la balanza en diarios y cadenas televisivas con más coincidencia hacia la mascota del burro. Su capacidad para generar titulares, polarizar opiniones y mantenerse en el centro de la conversación pública reflejaba lo que Robert Greene llama "Llamar la atención a toda costa" (Greene, 2000). Vi cómo, a través de mensajes incisivos y directos, logró destacar en la narrativa mediática, algo que, en muchas ocasiones, eclipsó el mensaje de su oponente y mantuvo la atención de la audiencia en su figura. El mejor ejemplo fue en el debate cuando lanzó el disparate de que los gatos domésticos estaban siendo depredados por migrantes, lo cual le mereció una gran exposición gracias a las canciones compuestas con la frase y los memes al respecto. 

Observé también cómo Trump construyó su mensaje en torno a la idea de la "América tradicional", confrontando lo que calificaba como un exceso de "wokeismo" y proponiendo un retorno a valores fundamentales. Para muchos sectores, su postura representaba un anhelo de cohesión en medio de un ambiente polarizado. Esta estrategia, en mi análisis, fue decisiva en su éxito, ya que capturó el sentimiento de aquellos que percibían que la identidad y los valores de su país estaban siendo erosionados. Frente a este planteamiento, Harris mantuvo una postura enfocada en la inclusión y la diversidad, apelando a los votantes progresistas, pero perdiendo resonancia entre quienes priorizaban temas económicos y de seguridad sintetizados en la palabra libertad. 

Análisis FODA de las campañas de 2024 

El análisis FODA propuesto originalmente por Humprey desde 1962 (Nieves-Medrano, 2018) aún sigue prooporcionando un marco claro para evaluar las estrategias y tácticas de ambas campañas. Desde la fortaleza de la conexión de Trump con el electorado hasta las debilidades en la falta de flexibilidad de la campaña de Harris, este enfoque ayuda a identificar los elementos críticos que configuran los resultados electorales. 

Fortalezas: La campaña de Trump mostró su fortaleza al mantener una narrativa con arquetipos sólidos que expondré más adelante, coherente y alineada con las preocupaciones tangibles de los votantes. Su énfasis en temas económicos como la inflación y la seguridad económica fue central para conectar con una gran parte de la clase trabajadora y los moderados. Según Freedman (2013), la efectividad de una estrategia depende en gran medida de su capacidad para dirigirse a los puntos básicos y atacarlos contundentemente; lo traduzco al ámbito electoral como dirigirse a las preocupaciones básicas del electorado y construir una conexión emocional con ellos. La campaña de Trump logró esto a través de un mensaje claro y directo, proyectando una imagen de estabilidad y compromiso con los intereses del "ciudadano común".

Oportunidades: Trump aprovechó el “hartazgo woke” y el descontento de las presiones hacia políticas de corrección política, usó este sentimiento para fortalecer su base y atraer a nuevos sectores. Su habilidad para capitalizar en esta oportunidad, mediante un discurso que rechazaba el progreso excesivo, le permitió ganar apoyo adicional en sectores que sentían sus valores tradicionales amenazados disparando soluciones que sonaban posibles aunque no lo fueran. De acuerdo cons Baños (2022), en un contexto de polarización, las oportunidades se encuentran a menudo en posicionarse como una alternativa frente al status quo, y esto fue algo que Trump explotó eficazmente al ofrecer un retorno a la “América tradicional” y dejar atrás las torpezas de Biden y Harris. 

Debilidades: La campaña de Harris, por otro lado, mostró debilidades al depender excesivamente de figuras públicas e influencers para captar la atención del electorado, lo que a menudo se percibió como un enfoque elitista y desconectado de las preocupaciones reales de los votantes. Kotler y sus coautores (2024) afirman que la autenticidad y el enfoque en las necesidades reales del público son factores críticos en cualquier esfuerzo de marketing desde sus primeras versiones hasta convertirse en un elemento clave para lograr la inmersividad, lo cual se traduce de igual manera a una campaña. 

En este sentido, aunado que entró tarde a la contienda, la dependencia de Harris en el respaldo de celebridades con un mega influencer marketing debilitó su conexión con los sectores más afectados por la inflación y la inseguridad económica, quienes vieron en estas personalidades muy acomodadas y exitosas, la personificación de lo que les tenía indignados en el contexto percepcional de los votantes estadounidenses.

Amenazas: Una amenaza compartida para ambas campañas fue el ambiente de desinformación y polarización exacerbado por las redes sociales y los medios de comunicación. Aunque Trump dominó este entorno de manera efectiva desde 2016 y 2020, también enfrentó riesgos derivados de la difusión de información falsa o engañosa, lo que podría haber afectado su responsabilidad a largo plazo. Para Harris, la desinformación representó un desafío en cuanto a la manipulación de su mensaje y el impacto negativo en la percepción de su campaña, incluso le restó simpatías rebajar su discurso y tratar de emular el estilo trumpista. Así lo he señalado en los artículos publicados en los libros de la Cumbre de Comunicación Política que edita La Crujía, la desinformación es una amenaza fundamental en las campañas modernas, ya que distorsiona el mensaje y dificulta una conexión clara con el electorado como uno de los riesgos latentes en las metacampañas políticas impulsadas por inteligencia artificial y plataformas digitales (Rubach, 2023). 

El papel de la Inteligencia Artificial en el triunfo de Trump 

En el artículo "AI's Underwhelming Impact on the 2024 Elections", Andrew R. Chow analiza cómo, a pesar de las preocupaciones iniciales sobre la influencia de la inteligencia artificial (IA) en las elecciones de 2024, su impacto fue menor al anticipado. Aunque se temía que la IA pudiera propagar desinformación a través de deepfakes y campañas publicitarias personalizadas mediante microsegmentación geolocalizada, estas tecnologías no desempeñan un papel significativo en la alteraciones del proceso electoral. Según el artículo, "los temores de que la elección fuera descarrilada o definida por la IA ahora parecen haber sido exagerados" (Chow, 2024). 

Chow destaca también que, aunque se compartieron deepfakes políticos en las redes sociales, estos representaron solo una pequeña parte de campañas de desinformación más amplias. Además, la Comunidad de Inteligencia de EE.UU. Señaló en septiembre que, si bien actores extranjeros como Rusia utilizaron IA generativa para "mejorar y acelerar" los intentos de influir en los votantes, estas herramientas no "revolucionaron tales operaciones". El artículo concluye que, aunque la IA no tendría –ni tuvo, agrego– un impacto tan significativo en los resultados de las elecciones de 2024, es probable que su influencia crezca en futuros procesos electorales a medida que la tecnología avance y su uso se generalice entre el público y los operativos políticos. 

La reciente victoria ha generado un debate profundo sobre el rumbo de la inteligencia artificial (IA) en Estados Unidos. Durante su campaña, Trump prometió derogar la orden ejecutiva sobre IA emitida por el presidente Biden en octubre de 2023. Esta orden buscaba establecer directrices para el desarrollo seguro y responsable de la tecnología, en respuesta a los crecientes desafíos éticos y de seguridad que plantea la IA (Booth y Pillay, 2024). La administración de Trump ha criticado estas regulaciones, calificándolas de restrictivas y acusándolas de promover “ideas de izquierda radical” que, según sus partidarios, limitan el crecimiento y la innovación en el sector tecnológico.

A pesar de que él mismo ha reconocido los riesgos que implican la IA, señalando que podría convertirse en una tecnología "muy peligrosa" –opinión que de pronto comparte su gran amigo Elon Musk–, que requerirá enormes cantidades de energía para su desarrollo y funcionamiento, varios expertos prevén que la Casa Blanca adoptará un enfoque desregulador en los próximos años (Wiggers, 2024). En lugar de imponer controles estrictos, se anticipa que la administración priorice políticas proempresariales, reducirá restricciones e incentivará la inversión en IA, con lo que podría beneficiar enormemente a las grandes compañías tecnológicas, tales como Microsoft, Google y Amazon, así como a los contratistas de defensa como Palantir (Laidley, 2024).

Este enfoque ha sido bien recibido por líderes de la industria tecnológica, quienes expresaron sus felicitaciones y optimismo tras la victoria de Trump. Los directores ejecutivos de Apple, Google, Amazon y Microsoft enviaron mensajes de apoyo, lo que subraya la expectativa de que la nueva administración favorece la innovación y el crecimiento en el sector (Times of India, 2024). Sin embargo, esta política también despierta preocupaciones significativas. Algunos analistas advierten que el enfoque de Trump podría derivar en un "salvaje oeste" tecnológico, en el cual las empresas persigan ventajas competitivas sin una regulación adecuada que mitigue riesgos éticos y de seguridad. Esto podría fomentar un entorno en el que las salvaguardas en el desarrollo de la IA sean insuficientes, aumentando así la posibilidad de efectos adversos en la sociedad y el mercado laboral. La falta de controles regulatorios en un contexto de innovación acelerada podría, en consecuencia, incrementar los peligros relacionados con el uso irresponsable de la IA. 

Si bien la administración de Trump podría ofrecer un impulso económico al sector tecnológico mediante políticas favorables y menos restricciones, esto plantea una serie de desafíos éticos y de seguridad que deben considerarse con cuidado. 

Análisis de los Arquetipos: Donald Trump y Kamala Harris 

La elección presidencial de 2024 en los Estados Unidos exige un caso de estudio crucial para entender el papel de los arquetipos en la narrativa política, la teoría de The Hero and the Outlaw de Carol S. Pearson y Margaret Mark nos permite cumplirlo. La identificación y uso estratégico de arquetipos en las campañas de Donald Trump y Kamala Harris influyeron considerablemente en el resultado de la elección, con Trump resonando eficazmente con el electorado a través de su arquetipo primario heróico; mientras que Harris, alineada con el arquetipo del “Cuidador”, no consiguió captar de forma tan amplia las preocupaciones inmediatas del público. No se la compraron. 

Donald Trump: El “Héroe” como Arquetipo Primario 

Su arquetipo se construyó principalmente alrededor del “Héroe”, un perfil caracterizado por la fuerza, la resolución y la lucha por una causa mayor, en este caso, la recuperación de una “América fuerte y grande” (Pearson & Mark, 2001). En una época de incertidumbre y divisiones sociales, el “Héroe” encarna el rol de defensor de los valores tradicionales y la estabilidad económica, promesas que resultaron atractivas para una población preocupada por temas de inflación, seguridad y empleo. Esta imagen heróica en una cruzada por la “América tradicional” conectó fuertemente con su base de presión, reforzaron su postura contra la cultura de la cancelación y las políticas de inclusión forzada a lo que consideran minorías, identificándolo como un salvador de los valores que perciben en riesgo. 

Además, el “Héroe” es efectivo en tiempos de crisis, ya que apela a la necesidad de un líder fuerte y decidido, un Superman. Como señalan Pearson y Mark, “el Héroe responde a una amenaza y busca proteger a los suyos” (Pearson & Mark, 2001, p. 67). Trump logró explotar este arquetipo, proyectó la imagen de un líder inflexible que resistiría cualquier ataque, lo cual dejó más que claro en el ataque fallido que se convirtió en la foto de la campaña y quizá en la del año. Su mensaje de “rescatar a América” funcionó como un llamado a quienes percibían erosión de su identidad cultural, determinante para movilizar a votar hacia su causa. 

Arquetipos Secundarios de Trump: El “Forajido” y el “Mago” 

Junto al “Héroe”, aunque ya había sido presidente, ha sido capaz de mantener el arquetipo del “Forajido” o “Rebelde”(outsider) por una década, siempre encuentra acciones que refuerzan su imagen de figura antisistema. Esta narrativa fue particularmente efectiva en movilizar sectores que desconfían del gobierno y sienten resentimiento hacia las élites políticas. Trump se proyectó como un líder capaz de desafiar el stablishment, tomó una postura de rebelión contra las políticas progresistas y la burocracia en Washington. Como explican Pearson y Mark, “El Forajido desafía los límites y lucha contra la opresión” (2001, p. 121). Él encarnó este rol al oponerse abiertamente a las políticas de identidad y posicionarse como defensor de la libertad de expresión ante la cultura de la cancelación.

El otro arquetipo secundario de Trump, el “Mago”, también fue significativo. En su campaña, utilizó herramientas de Big Data y segmentación de mensajes en tiempo real, demostrando una capacidad de “transformar” la realidad mediática en favor de su narrativa, en la cual, hasta de morir pudo salvarse. 

Este enfoque lo ayudó a ajustar continuamente su discurso, manteniendo su mensaje relevante y resonante con las preocupaciones del electorado. Pearson y Mark afirman que “el Mago tiene el poder de cambiar la percepción de la realidad” (2001, p. 95), una habilidad que Trump y su equipo explotan para mantener una conexión constante y adaptativa con los votantes, casi hasta hipnótica. 

Kamala Harris: El “Cuidador” como Arquetipo Primario

En contraste, la narrativa de Kamala Harris giró en torno al arquetipo del “Cuidador”. Este perfil está centrado en el servicio, la protección y la empatía, cualidades que la campaña de Harris promovió a través de temas de inclusión, justicia social y apoyo a las minorías que añoran su libertad. Sin embargo, en un contexto de crisis económica y polarización, el “Cuidador” puede parecer insuficiente para un público que prioriza la estabilidad económica y la seguridad. Pearson y Mark señalan que el “Cuidador” tiende a centrarse en la comunidad y el bienestar de los demás (2001), un enfoque que, aunque valioso en situaciones de estabilidad, no siempre logra captar a afectados preocupados por su seguridad económica inmediata que prefieren medidas radicales y súbitas que solo un ente con super poderes puede lograr.

Arquetipos Secundarios de Harris: El “Inocente” y el “Amante”

Harris también adoptó aspectos del arquetipo del “Inocente”, que se manifiesta en su llamado a la unidad –como en la campaña de Biden en 2020– y a la esperanza –como la legendaria campaña de Obama en 2008–. Este arquetipo busca crear un ambiente positivo y armonioso, pero puede parecer desconectado de la realidad en tiempos de adversidad económica. En una campaña marcada por una fuerte división ideológica, este enfoque tampoco logró atraer a los votantes indecisos, quienes buscaban respuestas claras a sus inquietudes económicas más que una apelación a la inclusividad. Sentían que estaban en momentos de lobos y no de ovejas.

Por último, Harris recurrió al “Amante” en su dependencia de figuras influyentes del entretenimiento y la política para conectarse con los jóvenes votantes. Sin embargo, este arquetipo no fue efectivo al hacer click con las preocupaciones de la clase trabajadora y los moderados, quienes, como lo he señalado anteriormente, percibieron la dependencia de las celebridades como una estrategia superficial y elitista. La excesiva dependencia en estos apoyos debilitó su autenticidad y limitó su conexión directa con el electorado, un factor que Kotler (2024) subraya como fundamental en cualquier campaña política para concretar la inmersividad, en un ámbito físico, mental o metavérsico. Incluso, tuvo que cargar con los negativos de personajes como el matrimonio Clinton, Obama, Schwarzenegger enfrentaban junto a las celebridades ya mencionadas, acusaciones conspiranóicas dispersadas mediante circuitos de campaña negra que también medraron los esfuerzos de la californiana. 

En resumen, la elección de arquetipos fue un factor decisivo en el éxito de Trump y la derrota de Harris en 2024. Trump logró adaptar sus arquetipos para proyectar una imagen de liderazgo fuerte y resolutivo en un contexto de alta polarización y crisis económica. Su combinación de “Héroe”, “Forajido” y “Mago” le permitió conectarse profundamente con los votantes al presentar una narrativa clara, combativa y adaptable, en contraste con la narrativa de Harris, centrada en el “Cuidador”, el “Inocente” y el “Amante”, que resultó insuficiente para captar la atención y seducir un electorado que demandaba respuestas inmediatas y un liderazgo sólido.

Una perspectiva metaestratégica 

Tierra: La Conexión con la Realidad del Electorado

El elemento de tierra en la metaestrategia simboliza la capacidad de una campaña para enraizarse en las necesidades concretas de la población (Rubach, 2023). En su campaña de 2024, Trump aprobó este principio al centrar su mensaje en temas económicos y de seguridad, dos preocupaciones tangibles que afectaban a un amplio sector de la sociedad. 

En medio de una crisis inflacionaria y las incertidumbres laborales, el enfoque de Trump en pegó de forma particular porque priorizaba el bienestar económico antes que cualquier otro tema. Según mi análisis, la clave del éxito en este aspecto radica en la conexión directa con el grassrooting de MAGA que se tradujo en acciones políticas focalizadas, casa por casa, usuario por usuario. 

Agua: La Flexibilidad y Adaptabilidad de la Campaña

El agua representa la adaptabilidad, la capacidad de una campaña para ajustarse a los cambios constantes del entorno político. Durante la elección de 2024, la habilidad de Trump para modificar su mensaje según las circunstancias fue un factor fundamental en su éxito. Su equipo de campaña utilizóherramientas avanzadas de análisis de datos, fue capaz de monitorear el clima social y ajustar el discurso de manera ágil hacia el humor de sus potenciales votantes. Por ejemplo, cuando surgieron nuevos temas o preocupaciones como la amenaza migrante o reshoring de empresas a territorio norteamericano en redes sociales o en la conversación pública, el equipo de Trump respondió de inmediato, adaptando el mensaje a estas nuevas inquietudes. Este enfoque flexible y dinámico mantuvo a la campaña de Trump en constante sintonía con las demandas del electorado, fortaleciendo su vínculo con un público que sentía que atención a sus preocupaciones en tiempo real en cada plataforma de comunicación social de acuerdo a las prestaciones y perfil de usuario que las habitan (Rubach, 2023). 

En contraste, la campaña de Harris no mostró la misma adaptabilidad. Al mantener un tono y mensaje invariables, la candidata demócrata perdió la oportunidad de responder de manera ágil a los cambios en el contexto económico y social. Mientras la campaña de Trump fluía como el agua, adaptándose a cada giro de la situación, la de Harris se mantuvo rígida, enfocada en temas de justicia social y equidad sin tener en cuenta las necesidades cambiantes de un electorado que demandaba soluciones concretas. La falta de flexibilidad en una campaña es, en mi experiencia, una debilidad que puede desconectar al candidato del electorado, ya que el público percibe esa rigidez como un síntoma de desconexión o falta de empatía (Rubach, 2023).

Viento: La Difusión Eficaz del Mensaje

El viento representa la capacidad de amplificar el mensaje de una campaña y de hacerlo resonar profundamente en la audiencia. Trump, desde su vasta experiencia en el manejo de medios, utilizó este principio con destreza acuática al aprovechar las redes sociales y soplar sus mensajes a los medios de comunicación tradicionales para proyectar su narrativa de manera constante y con un lenguaje claro que se propagaba como un tornado, rápida y violentamente. Su comunicación tenía una consistencia y simplicidad que facilitaban su comprensión, se tradujo en un mensaje efectivo y omnipresente que podían igualmente entender desde un niño de 10 años, un inmigrante con educación trunca y una maestra universitaria de un gran centro urbano. Con cada declaración, Trump logró que su postura sobre temas controversiales llegaran a una audiencia vasta y diversa, captara la atención por indignación o aprobación y mantenerse todo el tiempo en el centro de la conversación pública. 

Harris, por su parte, emplea el respaldo de figuras públicas e influencers para amplificar su mensaje, pero este enfoque quedó corto en comparación con la comunicación directa de Trump, quien era por sí solo un terainfluencer más grande y poderoso que cualquiera del lado de la vicepresidenta. En mi opinión, ella cometió el error de depender demasiado de estos apoyos indirectos en lugar de comunicarse de manera directa con el electorado. Según Kotler y otros expertos en comunicación política, un mensaje genuino y directo es fundamental para establecer una conexión emocional con el público, algo que Harris no alcanzó en la misma medida (Kotler, et al., 2024). La diferencia radica en que, mientras Trump dominaba el viento al amplificar su mensaje y conectarse directamente con sus votantes, Harris se diluía como un silbido entre voces ajenas que le restaron autenticidad y fuerza a su campaña, finalmente la candidata era ella, no Taylor Swift. 

Fuego: La Energía que Motiva a la Acción

El fuego en la metaestrategia simboliza la pasión y el poder de una campaña para inspirar a sus seguidores a actuar, también es el elemento que concentra la inteligencia que prende todos los esfuerzos. Trump hizo gala de una energía constante que inyectaba a sus discursos un sentido de urgencia y compromiso sustentados en datos duros que se obtenían y analizaban en tiempo real. En 2024, vi cómo lograba movilizar a su base con una retórica que apelaba más que a la razón, a la emoción; más que enarbolar ideas, encendía creencias. Su discurso transmitía una misión que cumplir, una batalla que ganar, y eso generaba un sentido de propósito y unidad entre sus seguidores. Era una película de acción de verano que a la gente le estaba gustando. En mi experiencia, el fuego es crucial para movilizar y convertir a los simpatizantes en activos defendidos, lo cual representa una ventaja significativa en una contienda cerrada (Greene, 2000). 

Harris, aunque también contaba con una base leal, no logró generar el mismo nivel de entusiasmo y urgencia en su campaña. Su mensaje, centrado en temas de justicia y equidad, carecía de la intensidad necesaria para inspirar una movilización masiva. La diferencia radica en que, mientras Trump proyectaba una energía que movilizaba, Harris parecía proyectar una postura menos apasionada, incluso frígida; lo cual hizo que su mensaje se percibiera como menos urgente y, en consecuencia, menos inspirador. Aristóteles subraya que un líder debe proyectar una presencia inspiradora y enérgica para conectarse con su audiencia, y en este aspecto, Trump supo explotar el fuego de su discurso, así logró prender y movilizar a sus seguidores con un fervor difícil de igualar (Rubach, 2023). 

Éter: La Visión Estratégica y la Cohesión de la Campaña

Finalmente, el éter representa el plano estratégico superior, la capacidad de una campaña para integrar todos sus componentes en una visión coherente y de largo plazo. En mi modelo de "metaestrategia", el éter es el elemento que da cohesión a toda la estructura, unificando la narrativa y presentando una imagen de liderazgo sólida y estable (Rubach, 2023) en cualquier ámbito de desarrollo. Trump aprobó este principio al proyectarse como el defensor de una identidad nacional que muchos sentían amenazada, un fin superior, un común denominador, un factor inherente. Al construir una narrativa de “restauración de América”, presentó una visión de regreso a los valores tradicionales, incluso los instintos básicos, apelando a una identidad nacional fuerte y definida, al núcleo identitario. Esta imagen de estabilidad y unidad llegó profundamente a los que preferían y anhelaban un país centrado en valores compartidos y en un propósito común: la grandeza, lo que quiera que signifique eso en la psique social estadounidense. 

En cambio, Harris no logró consolidar una visión tan unificadora en su campaña. Su mensaje, aunque basado en la inclusión y la diversidad, no articuló una narrativa que pudiera captar el sentido de pertenencia de un electorado amplio. La falta de una visión cohesionada le restó fuerza a su mensaje y proyectó una imagen que, a ojos de muchos apoyados, parecía menos sólida y confiable. Kamala no brilló en las redes, no brilló en las calles, no brilló en los medios, tampoco en las mentes de sus propios simpatizantes; su éter no tuvo la sustancia suficiente para cohesionar su esencia. En mi experiencia, el éter es el espíritu que unifica cada acción de una campaña, y en este caso, Trump logró utilizarlo a su favor, generando una conexión profunda y auténtica con los sectores de la población que se sentían excluidos o ignorados por el discurso progresista (Rubach, 2023). 

Lecciones metaestratégicas de las elecciones estadounidenses de 2024

Las elecciones de 2024 dejaron una serie de lecciones fundamentales sobre la eficacia de una campaña en tiempos de polarización. En un contexto donde las tensiones políticas, económicas y sociales se entrelazan, el éxito de Trump se basó en su capacidad para aplicar los cinco elementos de la "metaestrategia" en cada fase de su campaña (Rubach, 2023). Desde la conexión tangible con el electorado a través del elemento de tierra, hasta la energía inspiradora que transmitió mediante el fuego, cada componente de la estrategia cumplió una función precisa y complementaria en la consolidación de su liderazgo. 

Trump mostró una habilidad destacada para adaptar su mensaje y responder a las preocupaciones del electorado en tiempo real. Su flexibilidad, simbolizada por el agua, le permitió responder a los cambios en el entorno político y adaptar su comunicación en función de las demandas sociales emergentes (Rubach, 2023). En contraste, la falta de adaptabilidad de Harris hizo que su campaña se percibiera desconectada de la realidad cambiante y sin la capacidad de ofrecer soluciones inmediatas.

La comunicación fue otro aspecto clave en el éxito de Trump. Mediante el viento, logró amplificar su mensaje y conectarse con una audiencia amplia, captando la atención en medios y redes sociales, y manteniéndose siempre en el centro de la narrativa pública (Kotler, Labrecque, Reavey & Roberts, 2024). Su lenguaje directo, recurrentemente soez, normalmente vulgar y accesible le permitió transmitir su postura con claridad, algo que Harris no alcanzó a replicar debido a su dependencia en el respaldo de figuras externas. Mientras Trump dominaba el viento y lo dirigía hacia su electorado, Harris parecía perderse en un enfoque de comunicación menos genuino y menos directo, una actitud by the book en un contexto de total volatilidad.

La energía movilizadora de Trump, representada por el fuego, también fue un factor clave. Su retórica y su presencia transmitían un sentido de misión que motivaba a su base, algo esencial para movilizar a los partidarios en un contexto de alta polarización. Harris, aunque con una base comprometida, no alcanzó la misma intensidad y no se inspiró en el mismo nivel de acción. En la política como en la vida, la pasión y la capacidad para proyectar un mensaje de lucha son fundamentales para generar el compromiso y la lealtad de los seguidores, y en este sentido, Trump supo emocionar para movilizar a su audiencia de manera efectiva. 

Por último, la visión cohesionada y unificadora de Trump, reflejada en el éter, le dio un sentido de propósito claro a su campaña, proyectando una imagen de liderazgo firme y estable. Mientras Harris apelaba a una narrativa de equidad y justicia social, su falta de cohesión y dirección estratégica le restó poder a su mensaje y la distanciación de aquellos electorales que buscaban una visión clara de país. La metaestrategia que Trump implementó le permitió unificar los diferentes aspectos de su discurso en un propósito común, algo que le brindó una ventaja significativa frente a la falta de cohesión en la campaña de Harris. 

Escenarios Posibles para la Política Estadounidense

Las elecciones de 2024 también nos ofrecen una perspectiva interesante sobre los posibles escenarios futuros de la política estadounidense. Considero que hay cuatro escenarios plausibles para los años siguientes, basados ​​en las tendencias y reacciones observadas en esta elección (Freedman, 2023).

  1. Continuidad Conservadora
    Este escenario se basa en la posibilidad de que el enfoque conservador de Trump se mantenga como una fuerza dominante en la política estadounidense. La base de apoyo conservadora se consolidaría aún más y futuros candidatos republicanos podrían adoptar tácticas similares, enfatizando la conexión con los valores tradicionales y rechazando políticas progresistas. Este escenario plantea la posibilidad de una nueva era de conservadurismo populista que pinta para largo, en la que temas de identidad y corrección política se relegan a un segundo plano en favor de un enfoque pragmático, centrado en la economía y la seguridad. Esto también sugiere que, al replicar el éxito de Trump, otros líderes republicanos podrían consolidar una fase de estabilidad dentro del movimiento conservador (Brands, 2023).
  2. Resurgimiento Progresista Moderado
    En este segundo escenario, las fuerzas progresistas podrían experimentar un resurgimiento, pero con un enfoque más moderado y centrado en problemas tangibles, como la economía y la salud pública. Los líderes demócratas que aspiran a la presidencia en el futuro podrían optar por un enfoque menos polarizante, aprendiendo de los errores de la campaña de Harris y priorizando las preocupaciones económicas y sociales sobre temas divisivos de identidad. Kotler y colaboradores resaltan la importancia de un enfoque centrado en el “consumidor” o votante promedio, lo que implica sintonizar con sus necesidades y preocupaciones en vez de enfocarse en temáticas más divisorias (Kotler et al., 2024). Este enfoque permitiría al Partido Demócrata expandir su base al atraer tanto a jóvenes votados como a sectores moderados en momentos que señalan el fin de la era Obama.
  3. Fragmentación Política y Mayor Polarización
    Un tercer escenario considera una profundización de la fragmentación política, en la que las divisiones entre conservadores y progresistas se volvían cada vez más pronunciadas, lo que generaba una mayor polarización en el sistema político y social, trastocando los límites de la tolerancia de diversos segmentos. Esto podría llevar a una situación de parálisis política, en la cual la polarización limita la capacidad de acción del gobierno y provoca que surjan nuevos movimientos alternativos que promuevan una política de sentido común. En este contexto, la sociedad podría vivir una tensión continua, donde cada lado se muestra cada vez más reticente a dialogar o a llegar a consensos de convivencia básica (Baños, 2022).
  4. Hiperpolarización y Crisis de Legitimidad
    Contempla una intensificación de la polarización hasta un punto en que las instituciones políticas pierden legitimidad y se desate una crisis de confianza en el sistema democrático. En este escenario, la cultura de la cancelación y el rechazo a la corrección política se agudizarían en contra de un refortalecimiento de masculinidades tóxicas y acciones conservadoras, derivando en tensiones sociales y manifestaciones de desobediencia civil a partir de partidarios de aplicación irrestricta de los derechos humanos, impulsores de causas como la equidad de género, inclusión racial y reconocimiento de diversas preferencias sexuales. Este escenario plantea un desafío fundamental para el sistema democrático estadounidense, que podría experimentar una serie de crisis políticas y sociales si no logra encontrar puntos de acuerdo entre sus sectores polarizados.

Reflexión Final: Un Análisis Integral de las Elecciones de 2024

Desde mi experiencia como consultora política que inició en estas andanzas justo en la era de Reagan, las elecciones de 2024 en Estados Unidos constituyen un claro ejemplo de cómo factores económicos, ideoculturales y de identidad conjuntamente pueden definir una contienda electoral, especialmente en tiempos de alta polarización, con resultados impensables en otros contextos. Al aplicar mi modelo de "metaestrategia" en el análisis de esta elección, pude observar cómo los elementos de tierra, agua, viento, fuego y éter influyeron en el éxito de Trump y en las limitaciones de Harris, lo que brinda lecciones valiosas para futuras. campañas (Rubach, 2023). 

La clave para una campaña exitosa en un contexto como el de 2024 es una "metaestrategia" que combina los cinco elementos de manera equilibrada y adaptativa. Desde una conexión sólida con la realidad del votante (tierra), pasando por la flexibilidad para adaptarse a los cambios (agua), una comunicación clara y efectiva (viento), una energía movilizadora (fuego), y finalmente una visión cohesionada y unificadora ( éter), estos principios no solo ayudan a ganar elecciones, sino también a construir una relación de confianza y autenticidad con el electorado. 

Las elecciones de 2024 nos dejan una lección clara: en tiempos de incertidumbre y polarización, el éxito en una campaña depende de una estrategia integral que logre mantener la conexión con las preocupaciones tangibles del electorado, ajustarse a las circunstancias, comunicar con claridad, inspirar a la acción y proyectar una visión de futuro coherente. Aquellos líderes que sepan aplicar esta "metaestrategia" estarán mejor posicionados para ganar la confianza y el apoyo del electorado en los próximos años, y, lo más importante, para liderar en un entorno político cada vez más fragmentado.

Perspectivas de la Metaestrategia en la Política Contemporánea

Al aplicar los principios de la "metaestrategia" en las elecciones de 2024, se resaltaron no solo los elementos que consolidaron la victoria de Trump, sino también las carencias estratégicas de la campaña de Harris. La "metaestrategia", un enfoque que he desarrollado y afinado, sin saberlo, a lo largo de mi carrera y aplicado en los años recientes; demuestra que una campaña verdaderamente efectiva no se basa únicamente en un mensaje central o una estrategia petrea, sino en la adaptabilidad y cohesión de varios elementos en torno a las necesidades y percepciones del electorado de manera hiperquinética (Rubach, 2023). A medida que observamos el desarrollo de las campañas modernas, resulta evidente que los elementos de la metaestrategia son aplicables y versátiles en diversos contextos políticos, electorales y gubernamentales. 

Lecciones Aplicables a Futuras Elecciones y Consultoría Política

En las elecciones de 2024, el uso adecuado de la tierra (conexión con la realidad del electorado), el agua (flexibilidad), el viento (comunicación efectiva), el fuego (energía movilizadora) y el Éter (visión cohesionada) marcó una diferencia decisiva en la percepción de liderazgo y autenticidad que el público tiene de un candidato. Esta capacidad para adaptarse a las demandas cambiantes del electorado y responder con rapidez a las circunstancias define una campaña moderna, más aún en tiempos de polarización extrema. 

En las futuras campañas políticas, será crucial para consultores y estrategas adoptar un enfoque similar, en el cual cada elemento, desde la acción más básica hasta la estrategia más compleja, de la campaña trabaje en conjunto hacia un propósito unificado y tangible. Este tipo de enfoque, como lo describe tanto Hal Brands en su análisis de la estrategia moderna (Brands, 2023) como Kotler et al. en su obra sobre marketing adaptativo digitalizado e inmersivo (2024), es esencial para un éxito electoral sostenible. Las campañas políticas ya no pueden confiar solo en retóricas rígidas; deben evolucionar con el entorno y ajustarse a la percepción social y económica del electorado mediante el uso inteligente de grandes cantidades de datos para responder activamente en toda la multiplicidad de canales que impactan a los electores. 

Proyección de la Metaestrategia en un Entorno Político Complejo

Mientras los próximos ciclos electorales se acercan, la implementación de una metaestrategia que abarque tanto la estabilidad de valores tradicionales como la innovación en métodos de comunicación y adaptación sigue siendo la clave para resonar con el electorado. La capacidad de una campaña para entender y utilizar la "metaestrategia" de manera efectiva define la posibilidad de éxito en un entorno donde las divisiones ideológicas y sociales se profundizan. Es esta habilidad para integrar y adaptar los elementos de una campaña lo que permite a un líder construir un vínculo sólido y confiable con el electorado, un objetivo que se vuelve cada vez más fundamental a medida que las expectativas sociales de autenticidad y respuesta inmediata continúan creciendo. 

En conclusión, la "metaestrategia" representa más que un conjunto de tácticas políticas: es un marco integral que permite a los líderes políticos entender y adaptar su comunicación de manera que refleje las necesidades reales del electorado, creando una conexión duradera basada en confianza y claridad. 2024 demuestra que aquellos que puedan dominar estos principios estarán mejor posicionados para enfrentar los retos y oportunidades de un entorno político complejo, dinámico y volátil. 

La metaestrategia que aquí se expone constituye no solo un modelo de campaña, sino una filosofía a la vez que herramienta práctica que reconoce la interdependencia entre la adaptabilidad táctica y la coherencia en la proyección de un liderazgo confiable. 

La Responsabilidad de los Consultores y Estrategas en un Entorno Dinámico 

Para los profesionales en consultoría política, la adopción de la metaestrategia implica una gran responsabilidad, dado que cada uno de sus elementos debe aplicarse en sintonía con los valores y realidades del electorado al que se dirige. La aplicación consciente y ética de los principios de tierra, agua, viento, fuego y éter en una campaña requiere una comprensión profunda de las necesidades sociales, tecnológicas, culturales y económicas, así como un compromiso por preservar la integridad de la comunicación política y su potenciada evolución durante el primer cuarto del siglo en curso (Rubach, 2023). Los consultores y estrategas que dominen este enfoque aportarán un valor táctico, una dirección estratégica superior que permitirá a los candidatos proyectarse como líderes sensatos, coherentes y eficaces en escenarios cada vez más complejos y demandantes.

Perspectiva a Futuro: La Evolución del Liderazgo Político Bajo la Metaestrategia

Mirando hacia el futuro, el impacto de la metaestrategia en el liderazgo político se expande más allá de una sola elección. Los líderes que comprenden la importancia de integrar estos elementos en sus campañas podrán adaptarse a las demandas y cambios de sus sociedades a medida que el entorno político siga evolucionando. El marco estratégico que se ha esbozado aquí puede adaptarse y refinarse según las necesidades emergentes, permitiendo a los líderes políticos construir relaciones sólidas y confiables con su electorado, fundamentadas en la autenticidad y la capacidad de respuesta efectiva. 

Las campañas del futuro no pueden limitarse a ser esfuerzos aislados ni una cadena de ocurrencias; deben ser vistas como plataformas dinámicas que evolucionan de acuerdo con el pulso social y político aterrizadas en un tablero estratégico. La metaestrategia es un ente que también está evolucionando frenéticamente, ya ofrece a los consultores una herramienta para guiar a sus candidatos a través de la incertidumbre política con una estructura sólida, basada en principios atemporales de conexión, adaptabilidad, comunicación efectiva, energía inspiradora y visión estratégica adaptados a los avances tecnológicos que avanzan a la velocidad de la luz. Como suelo explicarlo en mis ponencias: “Es tener a Sun Tzu y Maquiavelo interactuando contigo en el metaverso”. Algo que hago cotidianemente a través de dobles virtuales, pero eso será tema de otra publicación.

Por último, este enfoque no solo fortalece la relevancia de un líder en la coyuntura actual, sino que también sienta las bases para un liderazgo que perdura y se adapta. Así que… ¡A darle!

Referencias

       Aristóteles. (2022). Política. Editorial Gredos.

       Baños, P. (2022). La encrucijada mundial: Claves para comprender un mundo caótico y cambiante . Ariel.

       Booth, H., y Pillay, T. (2024, 8 de noviembre). “What Donald Trump’s Win Means For AI. Time”. https://time.com/7174210/what-donald-trump-win-means-for-ai/

       Brands, H. (2023). Los nuevos creadores de la estrategia moderna: del mundo antiguo a la era digital. Princeton University Press.

       Chow, AR (2024, 30 de octubre). "AI’s Underwhelming Impact on the 2024 Elections". Time. https://time.com/7131271/ai-2024-elections/

       Freedman, L. (2013). Estrategia: Una historia. Turner.

       Greene, R. (2000). The 48 laws of power. Penguin Books.

       Kotler, P, et al (2024). Marketing 6.0 El Futuro es Inmersivo. Almuzara.

       Laidley , C. (14 de noviembre de 2024). “What a Trump Presidency Could Mean for AI”. Investopedia. https://www.investopedia.com/what-a-trump-presidency-could-mean-for-ai-8745345

       Nieves-Medrano, Maria Luisa. Origen y evolución de la matriz tows en la administración estratégica del siglo XXI. Revista de Administración y Finanzas. 2018. 5-16: 8-27.

       Pearson, CS, y Mark, ML (2001). Mark, M., & Pearson, C. (2001). The Hero and the Outlaw: Building extraordinary brands through the power of archetypes. New York, McGraw-Hill.

       Rubach Lueters, G. (2024). Metaestrategia y el futuro de la consultoría política. La Crujía

       Rubach Lueters, G. (2024). Consultoría política: Técnicas y estrategias modernas. La Crujía.

       Rubach Lueters, G. (2024). La importancia de la metaestrategia en campañas electorales. La Crujía.

       Times of India. (2024, 6 de noviembre). “Read congratulatory messages from Apple, Google, Amazon & Microsoft CEOs to Donald Trump”. https://timesofindia.indiatimes.com/technology/tech-news/read-congratulatory-messages-from-apple-google-amazon-and-microsoft-ceos-to-donald-trump/articleshow/115039642.cms

       Jong Fast, M. (2024, 12 de noviembre) What I Got Wrong in 2024. Vanity Fair. (2024). https://www.vanityfair.com/news/story/what-i-got-wrong-in-2024

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