Para ganar una elección y gobernar, el Big Data y la IA NO son suficientes

 
Por Sebastián González

Mi principal reto cuando fui Secretario Municipal de Tecnología en la Ciudad de Medellín fue convertir a la ciudad en una ciudad inteligente y en un gobierno digital. Una ciudad inteligente es aquella que entiende las problemáticas de los ciudadanos a través de los datos y la información, y de esta manera logra focalizar mejor las estrategias, soluciones y políticas públicas, con el objetivo último de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Por otro lado, un gobierno digital es aquél que utiliza la tecnología para tener procesos eficientes, trámites y servicios digitales, y que toma decisiones basadas en datos para mejorar la transparencia y la relación con el ciudadano.

Cuando llegué al gobierno, en teoría el principal problema al que me enfrenté, fue la gestión del COVID, pero en la práctica, el problema principal fue la falta de datos que existía en la administración. La falta de información dificultaba poder dimensionar cada uno de los problemas de la ciudad y por lo tanto, el alcance de las soluciones.

Medellín fue una de las ciudades que realizó una mejor gestión sanitaria del COVID en Latino América, y ello se logró gracias a la implementación de varias estrategias basadas en modelos analíticos avanzados. Algunos de estos modelos fueron: llevar a cabo cuarentenas geolocalizadas, en vez de cerrar completamente la ciudad; enviar alertas a través de mensajes de texto a las personas que tenían X número de personas con COVID a su alrededor;  reactivar el transporte y la economía por sector, de acuerdo a los análisis de riesgo en cada sector económico; priorizar los beneficios económicos hacia aquellos hogares donde ninguno de los integrantes hubiera ya recibido algún beneficio por parte del gobierno nacional y el gobierno local.

Estas son solo algunas de las múltiples iniciativas que se implementaron, desafiando grandes retos en recolección y transformación de datos, y que permitieron salvar muchas vidas en la ciudad.

Otro desafío importante fue la gestión del embarazo adolescente, es decir, embarazos de jóvenes entre 10 y 19 años. Aquí también el principal problema fue la falta de información con la que se contaba. Los únicos datos que existían eran la cantidad de embarazos mensuales que ocurrían en la ciudad. Era muy poca la información con la que se contaba para poder determinar las causas de esta problemática, y poder así dimensionar y focalizar mejor las posibles soluciones. Sin datos, no es posible entender las causas de los problemas, y mucho menos, encontrarles una solución. Nos dimos a la tarea de organizar y cruzar diferentes fuentes de información e implementar modelos de analítica descriptivos, prescriptivos y predictivos, con el fin de dimensionar mejor el problema y poder extraer información oculta. Algunos de los hallazgos relevantes fueron la identificación de las escuelas donde había mayor probabilidad de que se diera un próximo embarazo adolescente, entender que un rezago educativo de más de 2 años o una diferencia de edad de más de 5 años entre los integrantes de la pareja aumentaba la probabilidad, o que las parejas en unión libre en las zonas rurales tenían mayor riesgo de tener un embarazo adolescente o subsecuente (un segundo embarazo en las edades entre 10 y 19 años). Gracias a estos análisis, empezamos a unir esfuerzos con los equipos territoriales, para llevar oferta institucional en materia educativa, métodos anticonceptivos, entre otros, a la población con mayor probabilidad de embarazo adolescente. Con estas iniciativas, logramos una reducción de un 30% del embarazo adolescente en la ciudad, en tan solo 2 años. Este gran resultado se debió no solo a tener datos e información, y a los modelos analíticos avanzados, sino a que se utilizó esa información oculta para focalizar mejor las estrategias territoriales. 

Podría mencionar muchos más problemas en educación, seguridad, movilidad, medio ambiente, entre otros, los cuales se resolvieron gracias al uso de la tecnología, los datos y la información. Desafortunadamente, la mayoría de las personas que gobiernan no tienen un pensamiento crítico basado en los datos, lo que no les permite dimensionar bien la magnitud de los problemas, les nubla la vista y terminan viendo a todos los ciudadanos de la misma forma, como si todos tuvieran las mismas necesidades, mismos problemas y mismos propósitos de vida, o haciendo una analogía, como si todos se vistieran con la misma talla de camisa XXL. Y es por ello, que sus políticas se orientan en comprar camisas XXL para todos. Seguramente algún pequeño porcentaje de esos ciudadanos que realmente son talla XXL se benefician, y las políticas logran tener un pequeño impacto en la ciudadanía, pero ¿qué pasa con el resto de los ciudadanos y camisas que se compraron? Exacto, las camisas terminan en la basura y los ciudadanos con los mismos problemas.

Esto sucede en la mayoría de gobiernos y es por eso que las políticas públicas que se implementan, no están bien focalizadas ni logran tener los efectos esperados. 

Es triste ver cómo los líderes políticos empiezan a gobernar ciudades que desconocen y que ni siquiera hicieron el esfuerzo por conocerlas durante sus campañas políticas. Muchos programas de gobierno se construyen sin tener suficiente información. Si la tuvieran, se darían cuenta que hay muchos más problemas que simplemente la movilidad, la seguridad, el empleo y el medio ambiente. 

Pero no basta tener datos de calidad, sino que es necesario que se tomen decisiones en torno a ellos, lo que es un gran reto, ya que la mayoría de tomadores de decisiones en las organizaciones, tanto públicas como privadas, no están preparados para sacarle provecho a la data. En las organizaciones donde he trabajado, me he esforzado porque exista una gobernanza de datos y porque los directivos se conviertan en tomadores de decisiones basadas en datos. No ha sido una tarea fácil y he debido inventar estrategias para lograrlo. Una de ellas ha sido crear grupos de WHATSAPP con todos los directivos de la organización, incluyendo al gobernante, donde semanalmente se envían de manera automática todos los resultados de los indicadores de gestión de cada uno de los directivos, con un ranking que les permita a cada uno de ellos comparar su rendimiento con los demás, y que los de peores resultados queden en evidencia delante de sus colegas y jefe. Es una estrategia forzosa que genera mucha resistencia y "enemigos" al principio, pero que posteriormente se convierte en la principal aliada de los directivos para recibir alertas tempranas de su gestión y poder corregir el rumbo de la organización de manera oportuna, de una forma preventiva y no correctiva. Recomiendo que lo hagan en sus organizaciones y se darán cuenta de que los indicadores de gestión van a mejorar notablemente. 

Es por ello que nos dimos a la tarea de construir herramientas que les permitieran a los líderes políticos conocer a sus ciudadanos, sus necesidades, ambiciones, hobbies, intereses, problemáticas, su contexto familiar, su hogar, entre otras tantas variables, que les permitieran poder focalizar mejor las estrategias a cada uno de ellos y mejorar su calidad de vida, el cual es, o al menos debería ser, el fin último de todo líder político. 

Es así como nace WHATIDEA, una plataforma diseñada para crear redes de ciudadanos que gracias a su factor multiplicador permite llegar a millones de personas. Esta funciona a través de Whatsasapp y las APIs de META, y por ello, WHATIDEA no solo facilita la expansión de estas redes, sino que también ayuda a identificar las necesidades individuales y colectivas de sus miembros a través de encuestas en tiempo real. Con la información recopilada, se implementan dentro de la plataforma estrategias tanto de "aire" — como el envío de comunicaciones masivas y microsegmentadas — como de "tierra" — incluyendo la medición de: seguimiento a los objetivos de los líderes, geolocalización de ciudadanos, visitas puerta a puerta para fidelización, asistencia a eventos.—, así como la movilización, afluencia y escrutinio durante el día D.

La mayoría de líderes políticos se dedican a hablar y a prometer soluciones a problemas que desconocen, olvidándose de que su principal obligación es la de escuchar. Se dedican a hablar a cada ciudadano sobre seguridad, educación, movilidad, medio ambiente, empleo, etc, olvidándose de que cada ciudadano es único, tiene unas necesidades particulares, vive en un contexto específico, y solo le interesa un subconjunto de todo ese ruido generado por las múltiples comunicaciones masivas. Por ejemplo, la mayoría de jóvenes se preocupan más por tener una educación de calidad, por el deporte y la cultura, y menos por las pensiones o los programas de adultos mayores. Es por ello que se requiere generar conversaciones, donde sea el líder político quien escuche y entienda las necesidades de cada ciudadano, y es allí donde las tecnologías de la cuarta revolución industrial, tales como el big data y la IA, se conviertene en las mejores aliadas para que los líderes políticos puedan conocer mejor a cada uno los ciudadanos y de esta manera poder entablar una conversación en torno a las necesidades,  ambiciones, hobbies, intereses y problemáticas de cada uno de ellos. Para que una comunicación sea efectiva, debe ser microsegmentada al perfil de cada receptor, porque de otra manera, se convierte en ruido.

Si los líderes políticos en realidad quisieran mejorar la calidad de vida de las personas, el cual es, o al menos debería su principal propósito, deberían mantener una conversación con los ciudadanos desde la campaña y durante el gobierno, teniendo en cuenta que cuando hablamos de conversar, nos referimos a una comunicación bidireccional, donde la prioridad no es el candidato o el gobernante, sino el ciudadano.








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