Columna
En la Cumbre Mundial de Comunicación Política que se
realizó 19, 20 y 21 de octubre en la Universidad Católica Argentina analizamos
el escenario político actual y de qué manera la huella de la pandemia caló
hondo en la sociedad.
En la política, particularmente, potenció los escenarios de
crisis e incertidumbre y dejó sin chance a los gobiernos de turno. Los
oficialismos quedaron al borde de la retirada en casi todos los países de la
región. Bolivia, Honduras, República Dominicana, Chile, Ecuador, Perú,
Colombia, Estados Unidos, Costa Rica, Colombia y ahora Brasil son ejemplos
donde los oficialismos cayeron.
Los líderes de hoy son protagonistas de un tiempo de
transición, de inmediatez, donde los paradigmas del pasado quedaron destruidos,
sobre todo en Latinoamérica. Todo los órdenes sociales y políticos fueron
transformados y es necesario partir de una idea: en estos tiempos tremendamente
cambiantes, de sociedades complejas, para poder iniciar cualquier intento de
campaña electoral es clave una exhaustiva y profunda investigación, conectar
con los votantes, entender cuáles son sus prioridades, sus angustias, sus
necesidades.
Existe una nueva globalidad que se ha expresado en todo el
mundo a través de diferentes escenarios de quiebre. El voto es muy volátil, el
elector se mueve, se desplaza hasta el último segundo antes de emitir el
sufragio.
El voto líquido se ha apoderado de la escena y sobran
ejemplos de políticos que en todas las encuestas llegaban al Día D con mucha
ventaja y terminaron padeciendo los infortunios de la confianza excesiva. Hoy
cada error cuenta y es castigado de manera hostil por sociedades convulsas.
Analicemos algunas cifras que nos conectan en esta nueva
normalidad y sorprenden.
Día a día, los ciudadanos tenemos casi 2000 impactos de
comunicación: familiares, laborales, sociales, culturales, globales, entre
otros. Es decir, hay muchos elementos distractores en el ambiente de una
campaña. Es clave definir muy bien el mensaje: a quién le estamos hablando cuando
hacemos comunicación política.
Hoy la democracia es sistemáticamente empujada a buscar
mecanismos de adaptación que le permitan sobrevivir a los nuevos tiempos. Los
fanatismos se han transformado en un canal para la circulación de rumores, en
tanto y en cuanto esos rumores reafirmen el sitio desde donde cada fanático
mira su universo.
La tolerancia, el dialogo político y el debate constructivo
son bienes casi en desuso cuya ausencia que ha dado lugar a sociedades
polarizadas donde reinan escenarios de irritación y fastidio. De esto también
hablamos, y mucho, en la Cumbre.
A nivel global, el break que impuso la pandemia terminó de
configurar un panorama en el que todo debe ser replanteado. Varios gobernantes
observaron cómo decreció su popularidad de la mano de las insatisfechas
exigencias de sus votantes, de la poca canalización de los intereses de los
jóvenes, de la falta de escucha a minorías emergentes.
¿Estuvieron los gobiernos a la altura de dar respuesta a
pueblos golpeados económica y socialmente? ¿Las campañas y los candidatos
interpretaron bien los mensajes que debían emitir?
Son muy pocos los casos donde se han podido observar
prácticas por fuera de la inercia general, ni decisiones estratégicas por parte
de los políticos, candidatos y sus equipos, orientadas a imponerse en el marco
de una realidad diametralmente diferente.
Muy pocos se animaron a diseñar acciones innovadoras a la
hora de planificar una campaña desde cero, pero también al momento de tener que
cambiar sobre la marcha. Para esto es clave la capacitación, que contribuye a
fortalecer los equipos, a profesionalizar, a constituir núcleos para
investigar, para definir una estrategia, para poder influir en la opinión
pública a través de acciones determinadas. Equipos especializados y actualizados,
libres de “todólogos”.
Las últimas elecciones de Estados Unidos quizá sean el
ejemplo mas claro y reciente de cómo una improvisación creciente acaba por
derribar a un candidato. La irrupción del Covid en ese país resultó para el
gobierno de Donald Trump un verdadero parteaguas que descontroló todo. El miedo
ganó las calles y el expresidente no solo no fue capaz de interpretar ese
sentir popular, sino que además ignoró una pandemia que arrasaba con miles de
vidas, con la economía norteamericana y, claro, con su popularidad.
Volvió a apostar a la confrontación que tan buenos
dividendos le había dando en los comicios que lo ungieron presidente. Pero lo
que sirve para una elección puede no servir para la siguiente. El contexto
había cambiado y Trump no lo interpretó.
La construcción de confianza y credibilidad en la sociedad
se da a partir de la reputación, de la construcción de empatía, de entender qué
le está pasando a la gente y anteponer esa necesidad a cualquier interés
político, personal o partidario.
Un líder eficaz y creíble será aquel capaz de abrazar una
causa, de poder construir un camino, de encender una luz de esperanza, de
expectativa, de futuro, de posibilidades y confianza.
El primer metro cuadrado es el área clave al que todo gran
líder debe apuntar. Allí están los temas y los problemas que golpean las
emociones de los ciudadanos todos los días. Vamos a tener al candidato más
competitivo cuando logremos construir una estructura donde confluye el trabajo
de manera radial o circular en todas estas áreas, con una estrategia única.
Dato final: es clave no disfrazar al candidato. Hay que ser
auténticos, ser transparentes en la comunicación, ser innovadores, creativos.
En definitiva, no encerrarnos en lo tradicional.
En Estados Unidos, en Perú, en la Argentina y en cualquier
lugar del mundo la palabra que nos permite ser competitivos en terrenos
resbaladizos es profesionalización. En todos los campos de la consultoría esa
debe ser la apuesta y la respuesta. En imagen, en oratoria, en discursos, en
estrategia, en nuevas tendencias, en comunicación de gobierno, en movilización.
La especialización es indispensable para quienes quieran
desarrollarse en el terreno de la comunicación política, partiendo de la
premisa de que la vida de cualquier referente se encuentra mucho mas expuesta
que hace 70 años. Desde la Cumbre Mundial de Comunicación intentamos, y estoy
seguro que lo conseguimos, volver a constituir todos y cada uno de estos focos
de análisis para consolidar capacitación y formación.