La comunicación política ante el voto líquido | Daniel Ivoskus

 


Columna

En la Cumbre Mundial de Comunicación Política que se realizó 19, 20 y 21 de octubre en la Universidad Católica Argentina analizamos el escenario político actual y de qué manera la huella de la pandemia caló hondo en la sociedad.

En la política, particularmente, potenció los escenarios de crisis e incertidumbre y dejó sin chance a los gobiernos de turno. Los oficialismos quedaron al borde de la retirada en casi todos los países de la región. Bolivia, Honduras, República Dominicana, Chile, Ecuador, Perú, Colombia, Estados Unidos, Costa Rica, Colombia y ahora Brasil son ejemplos donde los oficialismos cayeron.

Los líderes de hoy son protagonistas de un tiempo de transición, de inmediatez, donde los paradigmas del pasado quedaron destruidos, sobre todo en Latinoamérica. Todo los órdenes sociales y políticos fueron transformados y es necesario partir de una idea: en estos tiempos tremendamente cambiantes, de sociedades complejas, para poder iniciar cualquier intento de campaña electoral es clave una exhaustiva y profunda investigación, conectar con los votantes, entender cuáles son sus prioridades, sus angustias, sus necesidades.

Existe una nueva globalidad que se ha expresado en todo el mundo a través de diferentes escenarios de quiebre. El voto es muy volátil, el elector se mueve, se desplaza hasta el último segundo antes de emitir el sufragio.

El voto líquido se ha apoderado de la escena y sobran ejemplos de políticos que en todas las encuestas llegaban al Día D con mucha ventaja y terminaron padeciendo los infortunios de la confianza excesiva. Hoy cada error cuenta y es castigado de manera hostil por sociedades convulsas.

Analicemos algunas cifras que nos conectan en esta nueva normalidad y sorprenden.

Día a día, los ciudadanos tenemos casi 2000 impactos de comunicación: familiares, laborales, sociales, culturales, globales, entre otros. Es decir, hay muchos elementos distractores en el ambiente de una campaña. Es clave definir muy bien el mensaje: a quién le estamos hablando cuando hacemos comunicación política.

Hoy la democracia es sistemáticamente empujada a buscar mecanismos de adaptación que le permitan sobrevivir a los nuevos tiempos. Los fanatismos se han transformado en un canal para la circulación de rumores, en tanto y en cuanto esos rumores reafirmen el sitio desde donde cada fanático mira su universo.

La tolerancia, el dialogo político y el debate constructivo son bienes casi en desuso cuya ausencia que ha dado lugar a sociedades polarizadas donde reinan escenarios de irritación y fastidio. De esto también hablamos, y mucho, en la Cumbre.

A nivel global, el break que impuso la pandemia terminó de configurar un panorama en el que todo debe ser replanteado. Varios gobernantes observaron cómo decreció su popularidad de la mano de las insatisfechas exigencias de sus votantes, de la poca canalización de los intereses de los jóvenes, de la falta de escucha a minorías emergentes.

¿Estuvieron los gobiernos a la altura de dar respuesta a pueblos golpeados económica y socialmente? ¿Las campañas y los candidatos interpretaron bien los mensajes que debían emitir?

Son muy pocos los casos donde se han podido observar prácticas por fuera de la inercia general, ni decisiones estratégicas por parte de los políticos, candidatos y sus equipos, orientadas a imponerse en el marco de una realidad diametralmente diferente.

Muy pocos se animaron a diseñar acciones innovadoras a la hora de planificar una campaña desde cero, pero también al momento de tener que cambiar sobre la marcha. Para esto es clave la capacitación, que contribuye a fortalecer los equipos, a profesionalizar, a constituir núcleos para investigar, para definir una estrategia, para poder influir en la opinión pública a través de acciones determinadas. Equipos especializados y actualizados, libres de “todólogos”.

Las últimas elecciones de Estados Unidos quizá sean el ejemplo mas claro y reciente de cómo una improvisación creciente acaba por derribar a un candidato. La irrupción del Covid en ese país resultó para el gobierno de Donald Trump un verdadero parteaguas que descontroló todo. El miedo ganó las calles y el expresidente no solo no fue capaz de interpretar ese sentir popular, sino que además ignoró una pandemia que arrasaba con miles de vidas, con la economía norteamericana y, claro, con su popularidad.

Volvió a apostar a la confrontación que tan buenos dividendos le había dando en los comicios que lo ungieron presidente. Pero lo que sirve para una elección puede no servir para la siguiente. El contexto había cambiado y Trump no lo interpretó.

La construcción de confianza y credibilidad en la sociedad se da a partir de la reputación, de la construcción de empatía, de entender qué le está pasando a la gente y anteponer esa necesidad a cualquier interés político, personal o partidario.

Un líder eficaz y creíble será aquel capaz de abrazar una causa, de poder construir un camino, de encender una luz de esperanza, de expectativa, de futuro, de posibilidades y confianza.

El primer metro cuadrado es el área clave al que todo gran líder debe apuntar. Allí están los temas y los problemas que golpean las emociones de los ciudadanos todos los días. Vamos a tener al candidato más competitivo cuando logremos construir una estructura donde confluye el trabajo de manera radial o circular en todas estas áreas, con una estrategia única.

Dato final: es clave no disfrazar al candidato. Hay que ser auténticos, ser transparentes en la comunicación, ser innovadores, creativos. En definitiva, no encerrarnos en lo tradicional.

En Estados Unidos, en Perú, en la Argentina y en cualquier lugar del mundo la palabra que nos permite ser competitivos en terrenos resbaladizos es profesionalización. En todos los campos de la consultoría esa debe ser la apuesta y la respuesta. En imagen, en oratoria, en discursos, en estrategia, en nuevas tendencias, en comunicación de gobierno, en movilización.

La especialización es indispensable para quienes quieran desarrollarse en el terreno de la comunicación política, partiendo de la premisa de que la vida de cualquier referente se encuentra mucho mas expuesta que hace 70 años. Desde la Cumbre Mundial de Comunicación intentamos, y estoy seguro que lo conseguimos, volver a constituir todos y cada uno de estos focos de análisis para consolidar capacitación y formación.

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