La atención es el nuevo voto: neurociencia aplicada a campañas modernas

 


Por Edson Báez

Durante años se repitió que las campañas se ganaban con ideas, propuestas y mensajes claros. Hoy sabemos que eso ya no es suficiente. No porque el votante sea “menos racional”, sino porque el ecosistema informativo cambió más rápido que la política.

Hoy, lo que define si un mensaje vive o muere no es la profundidad de su contenido, sino la química del cerebro que lo recibe.

La dopamina —el neurotransmisor asociado a la recompensa, la anticipación y el interés— es uno de los principales motores de atención humana. Y sin atención, no hay campaña posible.

 

1. La política compite contra TikTok, no contra partidos

Una persona promedio recibe entre 6,000 y 10,000 impactos informativos al día. El cerebro filtra casi todo.

No porque no le importe la política, sino porque está saturado.

Plataformas como TikTok, Instagram o YouTube Shorts están diseñadas para activar microdescargas de dopamina cada pocos segundos. El scroll infinito es una máquina perfecta de recompensa: siempre hay algo nuevo, siempre hay algo más atractivo que un video de un candidato hablando tres minutos.

Las campañas tradicionales siguen pensando en “explicar”, cuando el votante está entrenado para sentir primero y procesar después.

 

2. La dopamina es el filtro de la atención política

Investigaciones de la Universidad de Harvard y Stanford muestran que retenemos mejor los estímulos que nos generan micro-recompensas: sorpresa, humor, tensión, identificación emocional.

No es trivial: un mensaje político que no activa nada emocional pierde contra cualquier otro estímulo, ya sea un meme o un video de un gatito.

El votante no ignora las propuestas: ignora lo que no hace clic con su cerebro.

 

3. El mensaje correcto no es el más inteligente, es el más estimulante

 

Esto no significa caer en lo ridículo ni en el show. Significa entender que un mensaje político debe ser:

Corto (menos de 12 segundos para captar interés)

Claro (una sola idea por pieza)

Cargado de emoción (indignación, esperanza, orgullo, urgencia)

Repetido (la dopamina responde muy bien a patrones familiares)

Una campaña que solo informa no compite.

 

4. La repetición inteligente es dopamina acumulada

 

El cerebro ama reconocer patrones.

Mientras más familiar un mensaje, más dopamina se anticipa al escucharlo y más fácil es aceptarlo como cierto.

Esto explica por qué los mensajes simples ganan elecciones: no porque el electorado sea básico, sino porque el cerebro humano lo es en su procesamiento inicial.

La política debe dejar de pelear contra la biología y empezar a trabajar con ella.

 

5. ¿Y las ideas? Sí importan, pero después

 

Las ideas profundas siguen siendo indispensables.

Pero en campaña, sirven solo si primero se logró algo más difícil: entrar en la atención del votante.

La estrategia ganadora en 2025–2027 no será la más técnica, sino la que entienda mejor cómo funciona el cerebro en un mundo saturado de estímulos.

El futuro de la comunicación política no está en decir más, sino en decir mejor.

Y eso empieza por aceptar una verdad incómoda: la dopamina ya es parte de las campañas.

Negarla no la elimina. Comprenderla sí gana elecciones.

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