Gonzalo Celorio, Premio Cervantes 2025, celebra la vida y la memoria a través de la literatura


Gonzalo Celorio, Premio Cervantes 2025, celebra la vida y la memoria a través de la literatura

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El escritor mexicano Gonzalo Celorio (Ciudad de México, 1948), recién galardonado con el Premio Cervantes 2025, vive una etapa de plenitud creativa en la que la reflexión sobre la memoria, el paso del tiempo y la escritura convergen en su más reciente obra, Ese montón de espejos rotos (Tusquets), un libro de memorias que coincide con el anuncio del máximo reconocimiento de las letras en español.

Desde su biblioteca, al sur de la capital mexicana, rodeado de autores que considera sus compañeros de viaje —de Balzac a Rulfo, de García Lorca a Cervantes—, Celorio conversa sobre el oficio de escribir, la vejez y el humor con la serenidad de quien ha aprendido a disfrutar el presente sin mirar demasiado hacia atrás. “Disfruta del presente, lo demás no te incumbe”, cita de Montaigne, se ha vuelto casi un lema vital.

“Cargar con la piedra del Cervantes”

Recibir el Cervantes, dice, lo llena de entusiasmo y lo hace sentir parte de una tradición monumental. “Siento que tengo el síndrome del Pípila, porque voy cargando una gran piedra: la de la historia de los escritores premiados antes que yo”, señala. Asume el galardón como un compromiso con la literatura: “He dedicado mi vida a escribir, enseñar e investigar. Este reconocimiento confirma que ese esfuerzo ha tenido sentido”.

La memoria como territorio creativo

En su nuevo libro, Celorio explora un concepto que denomina carpe diem invernal: la urgencia de aprovechar el presente cuando la vida se acerca a su última estación. “De joven uno cree que el tiempo es infinito. Hoy tengo más pasado que futuro, y escribir es mi manera de entenderlo”, reflexiona. Para él, la memoria no solo es una forma de rescatar el pasado, sino también de comprender el presente y proyectar lo que aún queda por vivir.

Aunque ha dicho que escribe para olvidar, lo considera una contradicción fecunda: “Recuperar la historia es una forma de exorcizarla”, comenta, recordando una frase de Onetti: ‘Todavía hay esperanzas para el olvido’.

Enfermedad, resistencia y escritura

La pandemia y una serie de problemas de salud marcaron su última década. Superó un cáncer en las cuerdas vocales y lidia con una artritis reactiva que le limita la movilidad. Aun así, no pierde el ánimo. “La vitalidad está en la escritura. No pienso retirarme hasta que me fallen las fuerzas o la lucidez”, asegura.

Antes de cerrar el año, presentará en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara Mi amigo Hernán, un homenaje a su colega y amigo Hernán Lara Zavala, fallecido recientemente. “Fue mi manera de hacer duelo: escribir sobre él”, explica.

“Toda literatura es autobiográfica”

Para Celorio, las fronteras entre realidad y ficción son difusas. “Todo lo que se recuerda está deformado por el tiempo y el lenguaje. Toda literatura histórica es ficcional”, sostiene. En esa mezcla de memoria y creación encuentra la esencia del arte narrativo: “La novela crea una realidad que puede ser más verdadera que la realidad misma”.

El cuidado del lenguaje es otra de sus obsesiones. “Carlos Fuentes decía que yo tenía voluntad de estilo. Y tenía razón: el estilo es lo que nos define y no puede copiarse. Me rebela el castigo a la lengua cuando es tan rica y se usan tan pocas palabras”.

La ironía como forma de lucidez

El humor y la ironía, afirma, son esenciales en su obra. “La ironía implica venir de regreso, mirar las cosas desde otra perspectiva. Y la parodia, muchas veces, es un homenaje”, explica.

En esa mirada crítica y lúcida surge su célebre afirmación: “No hay escritor que no sea malicioso. La novela es un género sucio, se alimenta de toda la realidad: de lo bello, lo terrible, lo deleznable. Si la limpiáramos, sería un género anoréxico”.

Un oficio sin punto final

Para Celorio, una novela nunca se termina, solo se abandona. “Es un proceso de disciplina y constancia. Arreola decía que el cuento es un diamante; la novela, la historia de la búsqueda de ese diamante.” Cada libro, dice, es una aventura incierta: “Es como lanzarse al mar dispuesto a escuchar el canto de las sirenas”.

El legado del exilio español

El autor reconoce la influencia de sus maestros procedentes del exilio republicano español: Adolfo Sánchez Vázquez, Ramón Xirau y Luis Rius. “Traían consigo la semilla de la rebeldía frente a la dictadura franquista. Me enseñaron que la literatura también es una forma de resistencia”, recuerda.

A sus 77 años, Gonzalo Celorio encarna el espíritu cervantino: un escritor que, lejos de retirarse, sigue buscando en las palabras una forma de libertad. “La novela —dice— es el género más libertario de todos, porque en ella cabe todo lo humano.”

Fuente: El País

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