El alcalde de Pataz culmina su marcha de más de mil kilómetros y logra audiencia en Palacio de Gobierno de Perú
Perú
El alcalde de Pataz, Aldo Carlos Mariños, emprendió una travesía que marcó un antes y un después en la política local peruana. A finales de agosto salió a pie desde su provincia en La Libertad, decidido a recorrer más de 1.000 kilómetros hasta Lima. Lo llamó “una marcha de sacrificio”, una acción desesperada para exigir al Gobierno central un hospital provincial, el asfaltado de carreteras y mayores medidas de seguridad ante la violencia minera que azota la zona.
Durante 49 días avanzó junto a campesinos, vecinos y un equipo que documentó cada paso a través de redes sociales. Su caravana se convirtió en símbolo del hartazgo ciudadano con la clase política. En el camino, Mariños recibió muestras de apoyo de comunidades que veían en él una figura de resistencia. Dormían al aire libre y atravesaban pueblos donde más personas se sumaban al recorrido.
Cuando partió de Pataz, Dina Boluarte seguía en el poder. Pero al llegar a Lima, el país ya tenía nuevo mandatario: José Jerí, designado de forma interina tras la destitución de Boluarte. El 12 de octubre, Mariños culminó su marcha en el distrito limeño de Puente Piedra y encabezó una caminata de cinco horas hasta el centro de la capital, donde fue recibido por cerca de mil simpatizantes. Ese mismo día, el presidente Jerí lo invitó públicamente a Palacio de Gobierno.
En la plaza San Martín, el alcalde ofreció un mitin improvisado sobre una camioneta, mientras su equipo transmitía en vivo por TikTok. Sus seguidores le obsequiaron hojas de coca, botellas de agua y hasta un retrato religioso. A su lado, Firulais —el perro que lo acompañó durante el trayecto— se había convertido en símbolo viral de la travesía.
Entre los asistentes, predominaban voces de descontento con el Estado. “El Gobierno nos ha abandonado por años; este alcalde no se vendió, por eso lo apoyamos”, dijo un manifestante llegado desde Huaraz. Edisa Jara, vecina de San Juan de Lurigancho, expresó su desesperanza ante la inseguridad: “El Congreso es corrupción, la expresidenta una asesina, y ahora tenemos un violador en el poder. No es justo”.
La provincia de Pataz, con 13 distritos, enfrenta una crisis humanitaria derivada de la minería ilegal y la violencia. En mayo, 13 personas fueron secuestradas y asesinadas dentro de un socavón minero. El especialista en seguridad Pedro Yaranga ha señalado que la zona sufre un abandono estructural: carreteras en ruinas, hospitales sin recursos y ausencia de ambulancias.
La tarde del domingo, Mariños aceptó la invitación del nuevo presidente. Caminó el último tramo, desde la plaza San Martín hasta la de Armas, para ingresar al Palacio de Gobierno. La reunión, transmitida en vivo, se realizó en la sala Túpac Amaru. Allí, el alcalde pidió instalar una mesa de diálogo para atender las demandas de su provincia. Jerí aceptó convocarla para los días 14 y 16 de octubre.
Sin embargo, el gesto político tuvo un costo. Al salir de Palacio, parte de sus seguidores lo increpó y golpeó los vehículos de su comitiva. Para algunos, el líder que había marchado contra el poder había terminado negociando con él. En cuestión de horas, el héroe popular de Pataz se transformó, para un sector de sus propios simpatizantes, en otro rostro más del sistema al que habían marchado para desafiar.
Fuente: El País