Por: Anna Laura Montiel
Hoy en día la inteligencia artificial ha logrado introducirse en todos los espacios de la sociedad, ejemplos contundentes los encontramos en la vida profesional, las tareas del día a día e incluso en la política. Si nos centramos en el ámbito político encontramos nuevas formas de comunicación política donde las organizaciones utilizan la IA para llegar a segmentos de población con mensajes más rápidos y llamativos, pero menos personalizados y sobre todo no regulados, lo que conlleva a nuevos retos para enfrentar.
Antes de continuar es importante definir qué se entiende por Inteligencia Artificial ( IA), La IA es una disciplina que conjunta una serie de tecnologías que permiten realizar actividades avanzadas, parecidas o superiores, a la inteligencia humana. La IA busca resolver situaciones donde se requiere ver, aprender, comprender, procesar, analizar datos, tomar decisiones y hacer predicciones de manera sobresaliente, veloz y efectiva.
Aunque en América Latina el desarrollo de la inteligencia artificial es incipiente, los partidos y candidatos comienzan a utilizan la IA con el fin de crear contenido de manera automática, desde discursos, imágenes hasta videos. La automatización de mensajes, la cual es realizada por medio de robots, tiene como fin dar respuestas rápidas y generales, favoreciendo la inmediatez y eficiencia, pero a la vez también son un claro ejemplo de falta de empatía y contacto humano.
Hoy en día la IA aplicada a la política está produciendo contenido de forma masiva, esto quiere decir que la era de los mensajes personalizados está terminando y así el trabajo de muchas personas que dedicaban horas a realizar lo que la inteligencia artificial hace en minutos. Ésto puede parecer eficiente, y en algunos casos lo es, pero también plantea escenarios en donde el uso de la IA se vuelve realmente cuestionable ya que dejará sin empleo a muchas personas que han dedicado toda su vida a profesionalizarse en este campo y que serán fácilmente cambiadas por la IA, o en el mejor de los casos, los equipos de trabajo se reducirán a un mínimo funcional y el resto lo hará la inteligencia artificial.
Otros aspectos importantes que hay que destacar en el uso de la IA aplicada a la política es la falta de ética y la falta de regulación. Hay países como Brasil1, que están tomando cartas en el asunto, en busca de una regulación de la IA, debido a que la IA también ha sido utilizada para difamar personajes políticos o incluso hacer campañas negativas. La violencia de género también se considera un tema alarmante, ya que la IA ha sido utilizada como un arma directa para atacar a mujeres, generando imágenes falsas que buscan denigrarlas y exhibirlas.
Mirando hacia el futuro, todo indica que el uso de IA en campañas políticas va a crecer rápidamente. No sólo veremos más herramientas generando amplio contenido, sino también sistemas capaces de anticipar qué temas movilizan a ciertos grupos, cuándo publicar mensajes y cómo ajustar el discurso en tiempo real. Esto podría cambiar por completo la manera de hacer política, pero claro, si ese futuro no se construye con responsabilidad, corremos el riesgo de tener campañas más sofisticadas, pero también menos humanas y más manipuladoras.
Ante dichos riesgos, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)2 ha propuesto una gobernanza regional de la IA basada en cinco pilares:
I) Inclusión digital para garantizar una conectividad significativa y de calidad
II) Soberanía tecnológica, es decir independencia para fortalecer la competitividad e impulsar la innovación
III) Protección de datos mejorando la transparencia y la rendición de cuentas
IV) Alfabetización digital por medio de la aceleración del aprendizaje
V) Regulación ética
Estos pilares no son ideas abstractas, son una guía concreta para que la IA sea regularizada. La inclusión digital, en América Latina, no se trata solo de tener internet, sino de garantizar que todas las personas puedan entender y participar activamente en la conversación digital. La soberanía tecnológica busca que los países de la región no dependan totalmente de empresas extranjeras para acceder o controlar estas herramientas, y la alfabetización digital es clave para que la ciudadanía sepa cuándo un mensaje está siendo manipulado o generado por una IA. Sin estos elementos, cualquier intento de regulación ética queda corto, porque no se puede defender lo que no se entiende o no se puede usar en igualdad de condiciones.
El uso de la inteligencia artificial nos está demostrando una necesidad urgente de regulación, en donde se ponga sobre la mesa temas sociales, humanos, profesionales y éticos que fortalezcan el trabajo entre los hombres y la tecnología y así generar un equilibrio que evite la manipulación y la violencia. La inteligencia artificial puede ser una aliada para mejorar la comunicación política, fomentar la participación ciudadana y modernizar los procesos electorales. Sin embargo, también puede convertirse en una herramienta de manipulación, exclusión y vigilancia si no se regula con principios de transparencia, es urgente construir marcos éticos y legales que permitan que la tecnología funcione al servicio de los ciudadanos con reglas claras.