La incoherencia política en México: cuando la pasión nubla la razón


 Por: Eduardo Carbajal. Consultor en Estrategia Politica 

En México hemos sido testigos de una de las contradicciones más grandes de la vida pública: un pueblo que creyó en la promesa de acabar con la corrupción, pero que terminó atrapado en un nuevo ciclo de abusos, complicidades y simulaciones. La incoherencia de ideales políticos no sólo está en quienes gobiernan, sino también en una parte de la ciudadanía que, con fe ciega, defiende al partido en turno como si se tratara de un equipo de fútbol. Aunque pierda, aunque lo goleen, aunque se lesione toda la plantilla, ahí siguen en las tribunas aplaudiendo, convencidos de que “algún día” serán “buenos jugadores”. 

El gran problema es que el fanatismo político convierte al ciudadano en un hincha más, incapaz de cuestionar al líder o a su partido, incluso cuando estos cometen los mismos pecados que antes criticaban. Se justifican los escándalos de corrupción, se minimizan los errores y se normalizan las traiciones al discurso original. En otras palabras: aunuqe cambien de jugadores, el equipo sigue jugando igual de mal. 

Mucho tiempo prometieron que serían un equipo diferente, pero hoy no solo traicionaron los ideales con otro uniforme sino que descaradamente no les importa fallar a sus seguidores. Se dijo que el poder sería del pueblo, y al final el pueblo se queda esperando en la banca mientras unos cuantos disfrutan el balón. Es la incoherencia pura: criticar lo que hacía el adversario y luego hacerlo igual o peor, convenciendo a los seguidores de que “no es lo mismo”. 

Esta dinámica no sólo traiciona la confianza de millones de mexicanos, también erosiona la democracia. Porque cuando los ciudadanos dejan de ser críticos y se convierten en fanáticos, el poder se vuelve intocable. Y un poder intocable siempre termina por corromperse. Así, el país se queda atrapado en un ciclo de falsas esperanzas, donde el cambio se reduce a un nuevo eslogan y a colores distintos en las banderas. 

Lo urgente es recuperar la capacidad de cuestionar y levantar la voz, se trata de ser hinchas del país, no de los jugadores que te prometen y te fallan cada partido. Apoyar al gobierno cuando haga lo correcto, pero señalarlo con firmeza cuando se equivoque o traicione sus promesas. Porque la verdadera lealtad no está en defender a ciegas a quienes gobiernan, sino en defender siempre los principios de justicia, honestidad y democracia que México merece.

Artículo Anterior Artículo Siguiente

Sufragio El Podcast