La primera cumbre climática de la ONU en la Amazonia, programada para noviembre, enfrenta un obstáculo inesperado: el alojamiento de los delegados. Con tarifas promedio de 700 dólares por noche, los hoteles de Belém —la puerta de entrada a la selva amazónica— han desatado críticas por precios que la ministra de Medio Ambiente, Marina Silva, calificó de “pura extorsión”.
El presidente Luiz Inácio Lula da Silva impulsa la cumbre en la Amazonia para que líderes y negociadores tomen conciencia del valor de la mayor selva tropical del mundo y los retos de protegerla. Sin embargo, la infraestructura de la ciudad de 1,3 millones de habitantes, con dos tercios de calles sin urbanizar y gran parte de la población sin acceso a saneamiento, dificulta recibir a los 50.000 participantes previstos.
El descontento ha sido tal que delegaciones africanas convocaron una reunión de emergencia en la ONU, solicitando trasladar la COP30 a una ciudad mejor preparada. Brasil mantiene firme su decisión: “No habrá una ubicación alternativa”, aseguró el Gobierno en carta a los países solicitantes. Como consecuencia, algunos líderes, como el presidente de Austria, Alexander Van der Bellen, ya cancelaron su asistencia.
El dilema central es la discrepancia entre camas disponibles y habitaciones individuales requeridas. Belém dispone de 53.000 camas, distribuidas entre hoteles, cruceros, alquileres privados y Airbnb, pero muchos participantes exigen espacios individuales. La patronal hotelera local advierte que faltarían al menos 6.000 habitaciones adicionales si se mantiene este criterio.
Mientras tanto, la atención de delegados, activistas y periodistas se concentra más en la búsqueda de alojamiento que en discutir temas cruciales: la ambición de reducción de emisiones, la financiación de la transición energética o la adaptación global frente a incendios, inundaciones y huracanes.
El Gobierno brasileño ha ofrecido tarifas reducidas para los países más pobres y algunos incentivos para facilitar hospedaje, pero las críticas persisten. El Observatorio del Clima advierte que la cumbre, inicialmente proyectada como “la del pueblo”, podría convertirse en “la más excluyente de la historia de las COP”.
En medio de esta compleja logística, la COP30 sigue adelante, con la esperanza de que la Amazonia, símbolo de la lucha contra el cambio climático, reciba finalmente la atención global que merece.
Fuente: El País