En política, las coincidencias en el tiempo suelen ser las que marcan el rumbo de una elección. Hoy, Colombia amanece con la noticia de la muerte del autor intelectual de un asesinato que sacudió al país años atrás. Un hecho que, lejos de cerrar heridas, las reabre en medio de un ambiente de crispación y de desconfianza hacia el gobierno de Gustavo Petro.
La campaña presidencial entra así en una etapa imprevisible. El recuerdo del crimen y el eco mediático de su cierre judicial se convierten en combustible para una oposición que busca unificarse bajo una bandera común: la de denunciar la violencia política y la inseguridad que, según sus voceros, han crecido durante este sexenio. No es un discurso ideológico; es una narrativa de indignación que conecta con la vida cotidiana de la gente, con la sensación de que el Estado ha perdido control.
Petro llega debilitado. No es el líder de hace unos años, aquel que representaba una esperanza de cambio después de décadas de lucha política. Su gobierno enfrenta críticas por falta de resultados tangibles, por un gabinete que parece más ocupado en sobrevivir a crisis internas que en resolver las externas, y por un clima económico incierto que erosiona cualquier mensaje de estabilidad.
La oposición huele oportunidad. No se trata de derechas o izquierdas; se trata de llenar un vacío con propuestas que ofrezcan gobernabilidad y resultados. En esta narrativa, el asesinato y su resolución no son solo una nota roja: se vuelven un símbolo de lo que no debe repetirse, un recordatorio de que la violencia política —venga de donde venga— mina la democracia y la convivencia.
El escenario está servido para una elección en la que la seguridad será el tema central, y en la que cualquier paso en falso del gobierno será amplificado. Si Petro no logra recuperar la iniciativa, si no consigue cambiar el eje de la conversación, la contienda podría salirse de su control. Y en política, cuando la agenda la marca la oposición, el desenlace suele ser claro: el voto se mueve hacia quien promete algo distinto, aunque no sepa todavía cómo lo cumplirá.