Por: Edson Báez – Consultor y Estratega Político
En cada campaña política, la misma pregunta aparece como si
fuera un ritual: "¿Y vamos a hacer videos para TikTok?" Y aunque la
respuesta parece simple, en realidad es más complicada de lo que muchos creen.
Porque sí, las redes sociales son poderosas. Pueden
proyectar, posicionar, conectar y hasta influir en la conversación pública.
Pero, ¿realmente pueden ganar una elección?
La frase “un like no es un voto” es el mantra de quienes
desconfían de lo digital. Y tienen razón. Un video con un millón de vistas no
significa un millón de votos. Pero tampoco hay que subestimar el poder de las
redes. La clave está en cómo se usan.
El espejismo de los likes
Uno de los grandes problemas en la política digital es que
muchos candidatos y gobernantes confunden métricas de vanidad con impacto real.
Tener un post con miles de interacciones es emocionante, pero… ¿eso significa
que convencimos a alguien de votar por nosotros? ¿Podemos medir cuántos likes
se convirtieron en votos? ¿Nuestra publicidad en Facebook hizo que un elector
indeciso fuera a la casilla?
La respuesta corta: no con certeza absoluta. Pero sí
podemos aproximarnos con buenas estrategias de segmentación, análisis de datos
y, sobre todo, entendiendo que las redes no son el todo, sino una herramienta
dentro de un plan más grande.
TikTok: el monstruo que asusta (pero seduce)
Muchos políticos todavía le tienen miedo a TikTok. Algunos
lo ven como una red de bailes y retos virales. Pero, cuando llega el momento de
planear una estrategia digital, inevitablemente preguntan: “¿Debemos estar en
TikTok? ¿Es lo de hoy?”
Y la respuesta sensata es: ¿Para qué quieres estar ahí?
Si el objetivo es generar reconocimiento, conectar con
audiencias jóvenes y moldear narrativas, TikTok puede ser un arma letal. Pero
si alguien cree que solo por subir videos virales va a ganar una elección, está
equivocado.
Casos de éxito (y de fracaso) en redes sociales
Para entender mejor su impacto, analicemos algunos ejemplos:
Caso de éxito:
Xavier Hervas en Ecuador 2021
Era prácticamente un desconocido, pero gracias a su
estrategia digital en TikTok y Twitch, logró conectar con jóvenes y obtener casi
16% de los votos en la primera vuelta, dejando atrás a otros políticos más
tradicionales.
Caso de fracaso:
Mariana Rodríguez en Monterrey
A pesar de ser una influencer con millones de seguidores y
un engagement altísimo en redes sociales, en las elecciones para la alcaldía no
obtuvo los votos necesarios para ganar, demostrando que la popularidad digital
no siempre se traduce en estructura política o apoyo en las urnas.
Caso de mal uso:
Donald Trump en 2020
Su equipo invirtió millones en campañas digitales y logró
mantener una base fiel, pero fallaron en la movilización de votantes indecisos
fuera del entorno digital, lo que contribuyó a su derrota frente a Joe Biden.
¿Entonces, las redes sociales sí sirven?
La respuesta corta: Sí, pero no lo son todo.
Si se usan con una estrategia bien trabajada, pueden hacer
la diferencia. Aquí algunos puntos clave según el objetivo:
En campañas políticas:
- Ayudan a la visibilidad y a marcar agenda.
- Permiten conectar con audiencias jóvenes y nichos específicos.
- Son clave para viralizar mensajes, pero deben complementarse con estructura territorial.
Como gobierno:
- Facilitan la comunicación directa y rápida con la ciudadanía.
- Permiten medir la percepción pública y ajustar estrategias.
- Pueden ser un canal de transparencia y rendición de cuentas.
En el ámbito comercial:
- Son esenciales para posicionar marcas y productos.
- Aumentan la interacción con clientes y la fidelización.
- Permiten segmentar audiencias y optimizar publicidad.
En resumen, las redes sociales no son la varita mágica para
ganar elecciones o mejorar la imagen de un político, pero ignorarlas es un
error. La clave está en usarlas con estrategia, midiendo su impacto real y
complementándolas con otras acciones en tierra.
Así que la próxima vez que alguien pregunte si hay que
estar en TikTok, Facebook o Instagram, la respuesta correcta no es "sí o
no", sino "¿para qué y cómo?"
Porque en la política digital, como en la vida, no se trata
de estar por estar, sino de saber para qué se está.