Justin Trudeau, primer ministro de Canadá durante casi una década, anunció este lunes su decisión de dimitir como líder del Partido Liberal y jefe de Gobierno. La renuncia llega tras una pérdida significativa de popularidad y una serie de crisis internas que han debilitado su posición política. Trudeau permanecerá en el cargo hasta que su partido designe a un nuevo líder, marcando así el cierre de una era en la política canadiense.
El panorama político del país se inclina a favor del Partido Conservador, liderado por Pierre Poilievre, que lidera las encuestas con una amplia ventaja, mientras los liberales enfrentan un declive alarmante en el respaldo popular. Las elecciones generales están previstas, a más tardar, para octubre.
“Anoche, durante la cena, les comuniqué a mis hijos la decisión que hoy comparto con todos ustedes. Mi intención es dimitir como líder del Partido Liberal y como primer ministro una vez que el partido complete un proceso competitivo para elegir a mi sucesor”, declaró Trudeau frente a Rideau Cottage, su residencia oficial en Ottawa, en un día con temperaturas de 11 grados bajo cero. “He solicitado al presidente del partido que inicie este proceso. Canadá merece una opción sólida para las próximas elecciones, y me ha quedado claro que las luchas internas me impiden ser esa opción”, añadió.
En su discurso, pronunciado en inglés y francés, Trudeau defendió los logros de su administración: “Desde 2015 he trabajado para fortalecer a la clase media, unir al país durante la pandemia, avanzar en la reconciliación, defender el libre comercio en América del Norte, apoyar a Ucrania y luchar contra el cambio climático. Estamos en un momento crucial para el mundo”.
Trudeau asumió el liderazgo del Partido Liberal en 2013 y llevó al partido al poder en 2015, impulsado por una agenda progresista centrada en derechos de las mujeres, cambio climático y una imagen carismática que atrajo a millones de votantes. Logró renovar su mandato en 2019 y 2021, aunque en ambas ocasiones sin la mayoría parlamentaria necesaria para gobernar en solitario.
Sin embargo, las tensiones dentro de su gobierno comenzaron a intensificarse. En diciembre pasado, Trudeau intentó destituir a su viceprimera ministra y ministra de Finanzas, Chrystia Freeland, tras desacuerdos sobre el aumento del gasto público. La renuncia de Freeland debilitó aún más su liderazgo, con críticas abiertas sobre “trucos políticos” en lugar de un enfoque en las prioridades del país.
La presión aumentó cuando más de dos docenas de legisladores liberales y agrupaciones regionales de Quebec, Ontario y Canadá Atlántico solicitaron su dimisión. A esto se sumaron amenazas del líder del Nuevo Partido Democrático, Jagmeet Singh, de impulsar una moción de censura en el Parlamento, así como promesas similares del Partido Conservador.
Trudeau ha retrasado la reanudación de las sesiones parlamentarias hasta el 24 de marzo para permitir la elección de un nuevo líder liberal. Entre los posibles sucesores destacan Chrystia Freeland, el ministro de Finanzas Dominic LeBlanc y el exgobernador del Banco de Canadá, Mark Carney.
Mientras tanto, el Partido Liberal enfrenta el desafío de reestructurarse en medio de llamados a elecciones anticipadas para garantizar un gobierno estable frente a desafíos internos y externos, incluido el impacto de una posible nueva administración de Donald Trump en Estados Unidos.
Durante su mandato, Trudeau enfrentó tensiones con Trump, quien se refirió a él como “gobernador” del “Gran Estado de Canadá”, y amenazó con imponer aranceles del 25% a las exportaciones canadienses. Trudeau viajó a Mar-a-Lago en un intento de mitigar la crisis, reflejando la dependencia económica de Canadá hacia su vecino del sur, que representa tres cuartas partes de sus exportaciones.
El gobierno de Trudeau también se enfrentó a crecientes dificultades económicas. Aunque implementó restricciones para limitar la compra de viviendas por parte de extranjeros, la presión sobre el mercado inmobiliario, exacerbada por la llegada masiva de inmigrantes, persistió. Además, la inflación global y el aumento de la deuda pública durante la pandemia erosionaron aún más su popularidad.
Con su renuncia, Trudeau deja un legado de logros, pero también un partido en busca de rumbo en un entorno político cada vez más polarizado.
Fuente: El País