Por Yhansui Ospina Gaviria
"Las tácticas sin estrategia son el ruido antes de la derrota", nos recordó Sun Tzu en El Arte de la Guerra, y no hay nada más cierto en el ámbito de las campañas electorales y los gobiernos. Pero quienes nos dedicamos a la estrategia política sabemos que dentro de cualquier plan, existe una variable clave que no podemos ignorar: la personalidad del candidato o candidata.
Esto es aún más cierto si trabajamos en el ámbito digital, donde las redes sociales se han convertido en el centro neurálgico de las campañas políticas, desplazando a la televisión, la prensa y la radio. La Generación Z, por ejemplo, prefiere consumir contenido en plataformas como YouTube en lugar de ver televisión, según el estudio más reciente de Emarketer Forecast. Esto nos indica cómo se relacionan con la información y qué canales consumen. Sin embargo, aunque esta comprensión del mundo digital es fundamental, a menudo me encuentro con equipos que dominan las tendencias y algoritmos, pero olvidan lo más importante: adaptar la estrategia a la verdadera personalidad del político. Esa autenticidad es lo que, en última instancia, marca la diferencia.
Uno de los comentarios que más escuchamos los consultores digitales es: "Quiero volverme viral". Y aunque eso suena maravilloso, no siempre es tan sencillo. El éxito de un contenido depende de factores como el formato, el horario de publicación, el tema, la coyuntura y el omnipresente algoritmo. Si existiera una fórmula infalible para volverse viral, todos la estaríamos utilizando. Pero la verdad es que cada candidato tiene su propio conjunto de desafíos y fortalezas, y nuestra labor es ayudarlos a comprender lo que funciona y lo que no. Nos contratan para ser sinceros, aunque a veces no sea lo que esperan oír.
La verdadera magia en una estrategia digital no solo reside en el equipo o en la comprensión del entorno cambiante, sino también en la disposición del candidato para salir de su zona de confort y adaptarse. No es solo cuestión de algoritmos, es también una cuestión de carácter. Y aquí entra un factor que, aunque todos los asesores nos esforzamos en pulir, no se puede fabricar si no existe: el carisma. ¿Se puede ganar una elección sin carisma? Por supuesto. Pero, ¿tener carisma facilita el proceso y lo convierte en una ventaja? Sin duda.
Eso no significa que los políticos sin carisma estén condenados. De hecho, estamos rodeados de líderes que carecen de él y que no hacen esfuerzo alguno por ocultarlo. Sin embargo, en un mundo donde la conexión emocional y la cercanía son tan valoradas, el carisma se convierte en una ventaja competitiva. No es solo cuestión de propuestas —sabemos que el voto no siempre es racional—, sino de la capacidad de generar una relación auténtica con los ciudadanos.
Un ejemplo claro lo viví en las últimas elecciones locales de Colombia, donde lideramos la estrategia digital de una campaña en un municipio de Antioquia. Nuestra candidata, a pesar de no existir en redes sociales al principio, tenía un carisma innato: transmitía energía, amor y genuina preocupación por las personas. A medida que trabajábamos en su presencia digital, la audiencia fue llegando naturalmente. Su día a día, sus recorridos y eventos se convirtieron en contenido de alto valor simbólico. Logramos unir su personalidad con una estrategia digital efectiva, y el resultado fue que se convirtió en la mujer más votada y en la tercera concejala con mayor votación en todo el Concejo. Este caso confirmó lo que ya sospechábamos: el carisma, bien canalizado a través de una estrategia sólida, puede ser determinante.
A pesar de esto, no podemos olvidar que el carisma, por sí solo, no garantiza el éxito. Una estrategia política bien definida es esencial para construir una narrativa coherente que conecte con los valores y aspiraciones del electorado. En la campaña que menciono, supimos identificar a los votantes que conectaban con su carisma y dirigirnos a ellos con un mensaje digital efectivo. El carisma atrae la atención, pero es la estrategia la que transforma esa atención en votos y respaldo político.
En definitiva, carisma y estrategia no solo deben coexistir; deben ser inseparables en cualquier campaña política exitosa. En la política actual, donde las emociones y percepciones juegan un rol crucial, donde estamos saturados de información, priorizamos la inmediatez y le damos un valor trascendental a sentirnos parte de algo, quienes logran fusionar ambos elementos pueden aspirar a triunfar de manera sostenible y efectiva, tanto en las urnas como en la gestión de gobierno. Porque ganar es solo el principio: consolidar un liderazgo auténtico es el verdadero desafío.
Biografía.
Yhansui Ospina Gaviria- Consultora política digital.
Miembro de AICODI (Asociación Internacional de Consultores Políticos y Estrategas Digitales), docente en la Escuela de Formación Política Canvas Ads School y conferencista internacional. Con 11 años de experiencia como estratega digital en el sector público. CEO de Brum Digital donde ha liderado estrategias digitales para candidatos políticos y gobiernos en Colombia, Ecuador y México en elecciones a Alcaldías, Concejos municipales, Gobernaciones, Senado y Presidencia.
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