La diáspora venezolana salva la procesión del Nobel en honor a María Corina Machado
Venezuela
La ceremonia del Nobel de la Paz en Oslo vivió este año una tensión inusual. La tradicional procesión de antorchas —un rito que desde 1954 ilumina la capital noruega tras la entrega del premio— estuvo al borde de la cancelación por el rechazo de varias organizaciones locales a que María Corina Machado recibiera el reconocimiento. El Consejo Noruego de la Paz se desmarcó de la organización del acto, alegando que el perfil de la líder opositora venezolana no representaba los valores del galardón.
En medio de la controversia, una pequeña agrupación de la diáspora venezolana tomó el control del evento para garantizar que se mantuviera la tradición. La Norwegian Venezuelan Justice Alliance (NVJA), fundada en 2018 y compuesta por un equipo reducido de seis personas y una quincena de voluntarios, aceptó liderar el operativo que acompaña cada año al Nobel.
“En cuanto supimos que nadie quería asumirlo, dijimos que sí”, relata Sonia Zapata, abogada y presidenta de la organización, residente en Oslo desde hace más de dos décadas. La decisión, tomada el 24 de octubre, colocó a la NVJA en el centro del programa oficial y convirtió a la comunidad venezolana en protagonista inesperada de las celebraciones.
La polémica por el premio a Machado ha sido intensa en Noruega. Zapata reconoce que el componente ideológico pesó desde el primer momento: “Solo se habló de su agradecimiento a Donald Trump. Para muchos, eso fue suficiente para cuestionar el galardón”. La dirigente añade que el contexto político venezolano es difícil de explicar en un país que durante años ejerció como mediador entre el gobierno de Nicolás Maduro y la oposición.
Ramón Barreto, asesor político de la organización, apunta a otro factor: los prejuicios sobre la diáspora. “Nos ven como élites desplazadas, y no es así. Somos parte de los nueve millones de personas que han tenido que dejar Venezuela, muchos caminando y con lo puesto”, afirma. En Noruega, sin embargo, la comunidad es pequeña: menos de 300 solicitantes de asilo en cinco años, según cifras oficiales.
La controversia llegó también a la agenda institucional. El Centro Nobel de la Paz inaugurará esta semana una exposición sobre Machado titulada Democracy on the brink. “La muestra debería llamarse ‘Vidas al borde del abismo’”, apunta Barreto, quien insiste en que el galardón debe leerse a la luz de la crisis venezolana. “Permite llamar las cosas por su nombre: Venezuela vive una dictadura que perdió las elecciones”.
El reconocimiento tampoco pasó desapercibido para el chavismo. Tres días después del anuncio del Nobel, el gobierno de Maduro ordenó el cierre de su embajada en Oslo, alegando una reorganización diplomática, pese a que el comité del Nobel opera de manera independiente.
Desde la NVJA niegan cualquier vínculo con intereses económicos o políticos y defienden que su activismo se sostiene exclusivamente en donativos. “Llevamos más de una década escribiendo, tocando puertas, explicando la situación”, comenta Zapata. “Nunca pensamos que terminaríamos organizando este acto”.
La procesión de antorchas partirá este miércoles a las 17.45 desde el Centro Nobel de la Paz y terminará frente al Grand Hotel, donde se prevé que Machado se hospede si asiste a la ceremonia. Los organizadores calculan una asistencia cercana a las 800 personas, incluidos venezolanos que han viajado miles de kilómetros.
“Es la primera vez en años que sentimos que el mundo nos mira”, concluye Zapata, agotada pero consciente del momento histórico. “Es una oportunidad que la diáspora ha esperado demasiado tiempo”.
Fuente: El País

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