Desertificación hipócrita
Por: @OrlandoGoncal
Recientemente, el gobierno del
presidente Donald Trump determinó que Colombia "falló de manera
demostrable" al cumplir sus compromisos internacionales antinarcóticos,
señalando que el gobierno colombiano, bajo la administración de Gustavo Petro,
no había hecho méritos suficientes para mantener la certificación.
La llamada
"descertificación", del inglés decertification, proviene del Acta de Abuso Antidrogas aprobada en
EE.UU. en 1986, la cual dice, entre otras cosas que: “Si se considera que los
países han cooperado completamente con EE.UU., son certificados. Si no, se les
niega la certificación y se suspende la ayuda exterior”, según el Departamento
de Justicia.
Ahora, ¿cómo es que un país con
uno de los mayores consumos de sustancias estupefacientes, los EE.UU.,
certifica o desertifica a otro país?
Según el Centro Nacional para
Estadísticas de Abuso de Drogas (NIDA), que es un instituto de investigación
del gobierno federal de los Estados Unidos, para 2022, había 47,7 millones de
consumidores de drogas ilegales en ese país.
Adicionalmente, menciona la misma
institución que 70,5 millones o el 24,9% de las personas de 12 años o más han
consumido drogas ilegales o han hecho mal uso de medicamentos recetados durante
el último año.
Recientemente, ese mismo gobierno
hizo el mayor despliegue naval estadounidense en el hemisferio occidental desde
1989 hacia el Caribe hundiendo, presuntamente, a tres pequeñas embarcaciones,
asesinando a sus ocupantes, bajo la excusa de que están atacando a los
narcotraficantes.
Eso a pesar de que ya en 2019 la agencia
antidrogas del país, -la DEA- había determinado que más del 74% de la droga que
entra a los EE.UU. lo hace por el Pacífico, y el 20% por la frontera terrestre
con México.
Las cifras de las propias
organizaciones estadounidenses dejan en evidencia que las rutas de drogas a
través del Caribe quizás solo representen entre el 5 o 6% del total de las
sustancias ilícitas que entran a ese país.
Otro hecho que también llama la
atención es que nunca se mencionan a los carteles estadounidenses, cuando, para
2013 la Oficina de Política Nacional de Control de Drogas ya estimaba que se
vendieron drogas ilegales por valor de 100 mil millones de dólares en Estados
Unidos.
Con esos valores desde hace más de
una década, valdría la pena preguntarse: ¿Quién recibe la droga en territorio
estadounidense?, ¿quién provee la logística de distribución a todos los
rincones de ese amplio país?, ¿quién recolecta esa enorme cantidad de dinero y
quién la transporta?, ¿quién las introduce al sistema financiero de los
EE.UU.?, ¿quién lava ese dinero a través de miles de negocios en ese país?,
solo pensando en voz alta.
Entonces, ¿un país con todos estos
antecedentes es el que se encarga de “certificar y desertificar” a otros
países?
Mientras tanto, el país
desertificado, o sea, Colombia, bajo el gobierno del presidente Petro, ha
incautado 2.366 toneladas de cocaína en tres años, un 62% más que el gobierno
pasado, y también han destruido 5.261 laboratorios y han capturado 183 extraditables.
Esas cifras, si bien son
impactantes y demuestran una lucha frontal del gobierno del presidente Petro
contra las mafias del narcotráfico, no son todas bellezas, pues según una
investigación de La Silla Vacía, la erradicación manual del cultivo de coca ha
caído, mientras que el potencial de cultivo de cocaína ha aumentado y “esas
cifras responden a decisiones erradas de hace más de una década y de la gestión
actual. Entre las razones están: el anuncio e incumplimiento del Programa de
Sustitución Voluntaria de Cultivos Ilícitos (PNIS), la salida de las FARC y la
reorganización del negocio por parte de grupos transnacionales, el crecimiento
sostenido de la demanda y una mayor tecnificación del cultivo y procesamiento
de la coca”.
Ahora bien, el hecho de que cada
año haya un aumento de la producción de cocaína es porque también hay un
aumento considerable de la demanda, y allí nuevamente brillan los EE.UU. como
uno de los mayores consumidores mundiales de cocaína, anfetaminas y opiáceos.
Dentro de este debate pregunto:
¿Qué es más dañino, si la droga o el negocio del narcotráfico? La respuesta es
clara, así que valdría la pena también preguntarse: ¿Por qué los mayores
consumidores de drogas se oponen a la legalización de las mismas?