La escalada de ataques en Medio Oriente —con Israel y posteriormente Estados Unidos bombardeando objetivos en Irán— ha encendido las alertas de los mercados energéticos globales. Aunque por ahora no se reportan interrupciones significativas en el flujo de crudo, el temor a una represalia iraní ha hecho repuntar los precios internacionales del petróleo hasta un 10 %.
En el centro de esta preocupación se encuentra el estrecho de Ormuz, un paso marítimo de apenas 34 kilómetros de ancho en su punto más angosto, que conecta el golfo Pérsico con el golfo de Omán. A través de esta ruta crítica circula cerca del 20 % del suministro diario global de petróleo, aproximadamente 20 millones de barriles, de acuerdo con la Administración de Información Energética de Estados Unidos (EIA), que lo califica como un “cuello de botella estratégico”.
Tras los recientes bombardeos estadounidenses a instalaciones nucleares iraníes, el precio del crudo Brent superó momentáneamente los 80 dólares por barril, un nivel no visto desde enero. Sin embargo, las ganancias se moderaron con el inicio de la jornada asiática del lunes: el Brent cayó a 76,49 dólares y el WTI a 73,38.
La respuesta de Irán será determinante para la estabilidad del mercado. Rob Thummel, analista de Tortoise Capital, advierte que una posible interrupción en el tránsito por el estrecho podría catapultar los precios hacia los 100 dólares por barril.
Hossein Shariatmadari, influyente periodista conservador y asesor del líder supremo Alí Jamenei, sugirió en un editorial el cierre del estrecho como represalia por el ataque estadounidense a la instalación nuclear de Fordow: “Ahora nos toca a nosotros”, escribió.
El poder geoestratégico que representa Ormuz es innegable. Las rutas navegables utilizables por los superpetroleros son de apenas tres kilómetros de ancho por sentido, lo que obliga a los buques a adentrarse en aguas territoriales de Irán y Omán, elevando el riesgo de conflicto.
Sin embargo, expertos como Vandana Hari, directora de Vanda Insights, consideran que un cierre completo del estrecho sigue siendo improbable. “Irán arriesgaría su posición regional, dañaría sus relaciones con países que hasta ahora han mostrado neutralidad, y podría poner en juego su vínculo con su principal cliente petrolero: China”, explicó.
Precisamente China, junto con otras economías asiáticas como India y Corea del Sur, es altamente dependiente del petróleo que fluye por el estrecho. Según la EIA, el 84 % del crudo y el 83 % del gas natural licuado que cruzaron Ormuz en 2024 tuvo como destino final mercados asiáticos.
En el primer trimestre de 2025, China importó más de 5 millones de barriles diarios desde esta ruta; India, 2,1 millones; y Corea del Sur, 1,7 millones. En contraste, Estados Unidos y Europa apenas recibieron 400.000 y 500.000 barriles diarios, respectivamente.
Ante la incertidumbre, gobiernos y actores internacionales han reaccionado con llamados a la moderación. Pekín urgió a preservar la estabilidad del golfo Pérsico, y el ministro de Energía de la India, Hardeep Singh Puri, aseguró que su país cuenta con reservas suficientes y rutas de suministro diversificadas para evitar disrupciones.
El estrecho de Ormuz vuelve así al centro del tablero geopolítico. Su estabilidad no solo es vital para los mercados energéticos, sino también para la seguridad económica global.
Fuente: CNN