La candidatura de Flávio Bolsonaro reordena el tablero de la derecha brasileña
La derecha brasileña entra en una fase de máxima tensión con la irrupción de Flávio Bolsonaro en la precontienda presidencial de 2026. El primogénito del expresidente Jair Bolsonaro anunció que asumirá la candidatura por encargo directo de su padre, hoy preso en Brasilia y cumpliendo una sentencia de 27 años por conspirar contra el orden democrático. La jugada busca preservar la marca Bolsonaro en un momento en que la cohesión interna del clan está seriamente deteriorada y el respaldo internacional —especialmente de Donald Trump— se ha disipado.
Flávio, senador de 44 años, no es el favorito de las encuestas ni el nombre preferido de los mercados, de la derecha tradicional ni de los líderes evangélicos. Sin embargo, su postulación funciona como un termómetro para medir el desgaste de la familia en un escenario político adverso. En su contra pesan investigaciones pendientes ante el Supremo y cuestionamientos sobre su patrimonio. Su primer movimiento fue presionar al Congreso para aprobar una amnistía que libere a su padre antes de que finalice el año.
La reacción bursátil fue inmediata: la Bolsa de São Paulo cayó 4% tras el anuncio. Entre los apoyos más visibles estuvo Michelle Bolsonaro, esposa del expresidente, quien esta semana protagonizó un enfrentamiento público con los hijos mayores por su posición política dentro del Partido Liberal. Su mensaje de respaldo a Flávio contrastó con el silencio del gobernador de São Paulo, Tarcísio de Freitas, considerado el candidato más competitivo de la derecha pero distanciado del clan.
Mientras Jair Bolsonaro cumple su sentencia bajo supervisión médica y con visitas restringidas, su influencia se reduce a un frente: decidir quién representará a la derecha en 2026. En paralelo, Trump —quien meses atrás denunciaba una “caza de brujas”— ha enfriado la relación y ahora cultiva vínculos diplomáticos con Lula da Silva, con quien sostiene conversaciones frecuentes y públicamente cordiales.
En el ala interna de los Bolsonaro, la disputa se agudizó cuando Michelle criticó negociaciones partidistas con el exgobernador Ciro Gomes. Los hijos reaccionaron en bloque y con dureza, pero ella ganó el pulso. Su creciente perfil político, anclado en el electorado femenino conservador y el liderazgo evangélico, la posiciona como una figura en ascenso dentro del PL.
Con Flávio apuntando a la presidencia, Carlos buscando un escaño en el Senado y Eduardo concentrado en sus problemas judiciales en Estados Unidos, la familia intenta reorganizarse mientras enfrenta un descrédito creciente incluso entre sus bases más radicales. La narrativa del clan pierde tracción en un entorno donde Lula capitaliza la fragmentación opositora, promueve obras públicas y presume de una reforma fiscal que exime del impuesto sobre la renta a la clase media-baja, segmento clave que en 2022 favoreció a Bolsonaro.
Las encuestas mantienen a Lula por delante de cualquier aspirante de la derecha. El sondeo más reciente lo coloca con una ventaja de 15 puntos sobre Flávio Bolsonaro y cinco frente a Tarcísio de Freitas. A diez meses de las elecciones, el tablero brasileño cambia rápido, pero hoy la derecha aparece dispersa y sin un liderazgo unificado.
Fuente: El País

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