Honduras enfrenta sus elecciones más tensas entre denuncias de fraude y choques institucionales
Honduras
A unas semanas de las elecciones generales del 30 de noviembre, Honduras enfrenta un escenario de profunda incertidumbre. Las tensiones entre instituciones, las acusaciones de fraude y la creciente desconfianza hacia el proceso electoral han colocado al país en una situación de alta fragilidad política.
El detonante más reciente ocurrió el 29 de octubre, cuando el fiscal general, Johel Zelaya, anunció una investigación contra una consejera del Consejo Nacional Electoral (CNE), un diputado opositor y un militar activo, acusados de intentar manipular los resultados de los próximos comicios. La denuncia, acompañada de audios filtrados a la prensa, fue interpretada por sectores críticos como un acto de presión política desde el Ministerio Público.
Tres días antes, el jefe del Estado Mayor Conjunto, general Roosevelt Hernández, sorprendió al declarar que las Fuerzas Armadas solicitarían al CNE una copia de las actas de cada Junta Receptora de Votos para trasladarlas a una base militar. Argumentó que la medida buscaba “garantizar el libre ejercicio del sufragio”. Sin embargo, la iniciativa —aún sin aval del organismo electoral— encendió las alarmas sobre una posible intromisión castrense en el conteo de votos.
La presidenta Xiomara Castro respaldó el papel de los militares en la custodia del material electoral, una función establecida en la ley hondureña, pero el matiz del Ejército sobre la revisión de actas generó polémica. “El Gobierno ha tergiversado el alcance legal de esa participación. Las Fuerzas Armadas no pueden realizar ningún tipo de escrutinio”, advirtió César Espinal, coordinador del Observatorio de Política Criminal y Anticorrupción del Consejo Nacional Anticorrupción (CNA).
La tensión institucional llevó a la Misión de Observación Electoral de la OEA a emitir un comunicado el 4 de noviembre, en el que expresó preocupación por las “acciones y declaraciones diarias que generan incertidumbre y desestabilizan el proceso electoral”.
Honduras llega a esta cita con las urnas marcada por un historial de elecciones cuestionadas. En 2017, el expresidente Juan Orlando Hernández fue reelegido tras un apagón en el conteo de votos que cambió los resultados. Hoy cumple condena en Estados Unidos por narcotráfico. La sombra de aquella crisis aún pesa sobre la confianza pública.
A ello se suma el debilitamiento institucional. La Unidad de Financiamiento y Fiscalización de Partidos Políticos ha sido desfinanciada, lo que, según analistas, abre la puerta al ingreso de recursos ilícitos en las campañas.
Tres candidatos, un empate técnico
Las elecciones definirán presidente, alcaldes, diputados y representantes al Parlamento Centroamericano (Parlacen). No obstante, la atención se centra en la contienda presidencial, donde tres figuras concentran la disputa:
- Rixi Moncada, abogada y exministra de Defensa, cercana a la presidenta Castro y al expresidente Manuel Zelaya, representa al partido Libre.
- Nasry Asfura, empresario y exalcalde de Tegucigalpa, compite por el Partido Nacional.
- Salvador Nasralla, presentador y exdesignado presidencial, busca consolidar una opción de centro.
Según la última medición de CID Gallup, Moncada, Nasralla y Asfura están en un empate técnico con 26%, 27% y 24%, respectivamente. Sin embargo, la credibilidad de las encuestas está en entredicho tras los errores de proyección registrados en 2021.
El riesgo de una crisis anunciada
La investigación del fiscal Zelaya —considerado afín al oficialismo— incluye a Cosette López, consejera del CNE; Tomás Zambrano, diputado opositor; y un militar no identificado. Los tres, según la Fiscalía, habrían conformado una “asociación ilícita para alterar la voluntad popular”. Los audios difundidos por medios y funcionarios del Gobierno avivaron las sospechas de uso político del aparato judicial.
“Hay una idea clara de que el Ministerio Público está actuando con sesgo. Nunca se ha visto tal rapidez en un caso, mientras otros de corrupción duermen el sueño eterno”, denunció Espinal, del CNA.
Con una sociedad polarizada y una institucionalidad debilitada, Honduras se encamina a una elección que podría definir no solo a su próximo presidente, sino también el futuro de su democracia.
Fuente: El País
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