Te espero en la bajaíta de la democracia y la paz

 



Por Carlos Rojas

(Experto en seguridad y defensa nacional) En un continente donde la esperanza de un futuro democrático brilla con fuerza, la República Dominicana se erige como un bastión de apoyo a la libertad y la dignidad humana. Ante la contrastante realidad de la dictadura de Nicolás Maduro en Venezuela, es vital que alzamos nuestras voces por aquellos que sufren bajo la opresión de un régimen que ha privado a su pueblo de derechos fundamentales.

La reciente incautación de una nave aérea en Santo Domingo es un claro ejemplo de cómo se debe actuar con transparencia y dentro del marco legal. Este proceso, ejecutado en completa conformidad con las normativas internacionales, contrasta drásticamente con las acciones perpetradas por el gobierno dictatorial venezolano, que ha abusado de su poder para silenciar cualquier disidencia. En este contexto, es crucial defender la democracia y la libertad no solo como valores abstractos, sino como derechos inalienables que deben ser garantizados a todos, incluyendo a los valientes ciudadanos venezolanos que se atreven a protestar.

Los niños de 14 y 15 años que se encuentran tras las rejas en Venezuela son un símbolo del sufrimiento del pueblo. Estos jóvenes, que han sido castigados no solo por la ausencia de sus padres, que se ven obligados a vivir en el exilio debido a la persecución política, enfrentan un futuro incierto y doloroso. No podemos permitir que la cruel realidad de estas vidas los convierta en meras estadísticas; su lucha es la de un pueblo que clama por justicia, hambre de libertad y el derecho a vivir sin miedo.

El petróleo, un recurso natural que pertenece al pueblo venezolano, no debe ser usado como un arma de coerción ni como un medio para sostener la corrupción y la opresión. La dignidad humana está por encima de cualquier recurso, y el pueblo dominicano entiende que esta lucha es fundamental para construir un futuro donde la justicia prevalezca.

Por ello, hago un llamado a la comunidad internacional a no permitir que las amenazas y el abuso de poder se queden sin respuesta. Que la voz de los dominicanos resuene en un canto de libertad y solidaridad con Venezuela. No podemos permanecer en silencio ante la violación de los derechos humanos, ni tampoco aceptar manipulaciones políticas que pretenden sembrar miedo y división.

No le tememos a la historia, señor Diosdado Cabello. Cuando lleguen los tiempos de justicia, seremos testigos de cómo su régimen caerá ante el poder que emana de la voluntad del pueblo. La lucha por un futuro democrático en Venezuela es un deber compartido, que nos convoca a todos. Que viva la libertad en América y que jamás se olvide que la lucha por la dignidad humana es una causa que nos une.

En conclusión, celebremos la democracia y apoyemos a nuestros hermanos y hermanas en Venezuela. Cada pequeño paso hacia la libertad es motivo de alegría y esperanza. Que nuestra voz resuene fuerte y clara: ¡La libertad y la justicia prevalecerán!

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